Eloy M. Cebrián

Eloy M. Cebrián


El futuro que nos habían contado

07/03/2025

El aventurero televisivo Jesús Calleja se ha marcado un viaje al espacio y, a su regreso, ha asegurado con grandes aspavientos que la Tierra es redonda. Suponemos, sin embargo, que el motivo de la costosa aventura no era cerrarles la boca a los terraplanistas, sino sumar algunos espectadores a los canales de Mediaset, que buena falta les hace. En realidad, el espacio no está tan lejos como pensamos. La Estación Espacial Internacional orbita nuestro planeta a una altitud de unos 400 kilómetros. La nave de Calleja, sin embargo, se ha elevado unos modestos 106 kilómetros, lo que significa que el osado viajero ha recorrido el equivalente a la distancia entre Albacete y Tomelloso. Han sido 11 minutos de caída libre por los que Calleja y el resto de la tripulación de pacotilla han abonado 1,25 millones de dólares por cabeza. Hablamos, por supuesto, de financiación privada, por lo que nada hay que objetar al respecto. Nada excepto la enorme frivolidad de este dispendio y de sus objetivos, a caballo entre capricho de millonario y programa de telerrealidad. Los que crecimos en los 60 y los 70 echamos los dientes con las gestas de los astronautas y cosmonautas, varios de los cuales pagaron con sus vidas la aventura de la exploración espacial. Cuando tenía seis años, me aprendí los nombres de la tripulación del Apolo 11 (ya saben, Armstrong, Aldrin y Collins), que pronunciaba con la misma reverencia que si estuviera rezando el Padrenuestro. Además, creía a pies juntillas que a estas alturas del siglo XXI viajaríamos a la Luna y a otros planetas con la misma facilidad con la que tomamos el metro. Han transcurrido varias décadas y no sólo seguimos anclados en la madre Tierra, sino que el espacio ha dejado de ser un territorio heroico para convertirse en destino turístico de multimillonarios y saltimbanquis televisivos. Éste no es el futuro que nos habían contado. Menudo timo.