Es evidente que, aunque el asunto ha mejorado mucho desde hace unos años, los vinos albaceteños en particular y los manchegos en general no son conocidos como se merecen fuera de su origen. Es la opinión de uno de los personajes que más sabe de ello, Vicente Herrero, propietario de Vides, la vinoteca de moda en Madrid y en la que él los aconseja y vende por encima de todos los demás, mayormente los mediáticos de Rioja y Ribera del Duero. Le duele esta falta de valoración a los nuestros, pero estima que «por desgracia tampoco los paisanos los valoran ni los piden», cual mantuvo en la charla coloquio que, en forma de homenaje le ofreció la Asociación Cultural Albacete en Madrid la pasada semana, dentro del ciclo bimensual con destacados personajes que organiza junto a la Diputación Provincial y que se celebran en el salón de actos de la entidad.
A pesar de la simpatía que derrocha en un establecimiento como el que dirige con una decoración preñada de detalles de la tierra, no sólo lleno de famosos, sino que ha salido en las más importantes revistas especializadas de alcance mundial, Vicente arrugó el ceño al profundizar sobre este problema «que es cierto que desde hace unos años va a menos, pero nos queda mucho por hacer», precisó, y que a un albacetense que ejerce de tal le molesta en grado máximo.
No oculta que en las décadas de los 70 y los 80, tanto La Rioja como Ribera del Duero lanzaron «macrocampañas de marketing iguales o mejores que los propios vinos» y que, como pretendían, calaron muy hondo en la gente con resultados que siguen hoy en vigor. Pero profundiza en el problema acusando fundamentalmente a los hosteleros manchegos, «salvo excepciones», de no salir de la comodidad de vender lo que les piden, sin hacer una labor pedagógica, sin aconsejar a sus clientes las bondades de nuestros vinos, «que además, por sus precios competitivos, les van a dejar más margen», expresó.
Relató de inmediato lo que le acababa de acontecer minutos antes en un bar de Albacete -cuyo nombre evitó decir, aunque se comprometió tras la charla a darlo a conocer a quien se lo pidiera al término del acto- donde pidió un vino y le preguntaron si quería Rioja o Ribera. «Algo que, por desgracia, no es la primera vez que me ocurre. Y que es absolutamente impensable que suceda con sus vinos y sus denominaciones de origen en Logroño, Vitoria, Burgos, Valladolid y el resto de territorio que abarcan».
Tampoco se escapan de su análisis crítico las instituciones políticas y, claro, las grandes bodegas, porque sabe que las de mediana y pequeña capacidad suelen hacerlo pero necesitan complementar su labor con esa ayuda pública. Volviendo al tema de los precios, insistió en que, por ejemplo, «se puede comprar una botella de buen vino manchego por bastante menos de 10 euros, cuestión que es imposible con los riojas o los ribera».
Una feria desaprovechada. En tal aspecto deslizó también una crítica a cómo se desaprovecha el acontecimiento que más fama ha dado a Albacete desde siempre para volcarse con los vinos de nuestra provincia, y manchegos, en este orden -«y últimamente en mayor medida, como he comprobado en mis continuos viajes por todo el país»- apuntó- en clara referencia a la Feria. «Cuántas ciudades, sobre todo las de las denominaciones de los riojas y los riberas, soñarían con el tirón nacional de una feria tan maravillosa, de su edificio, de su extraordinaria y variada programación, de tantas cosas. Seguro que lo aprovecharían para publicitar no sólo sus vinos. Y nosotros no hacemos nada».
Tras este paréntesis en forma de desahogo, volvió al asunto de los precios y su explicada relación con la calidad -«en este aspecto, los nuestros, los manchegos son imbatibles», volvió a presumir- porque igualmente ello se refleja y también tiene su repercusión en lo que cobra él por los vinos que sirve en Vides. A lo largo de coloquio fueron muchas las preguntas que le hicieron los asistentes, una de ellas fue la del número de botellas de vinos distintos que ofrece, con una respuesta sorprendente: cerca de trescientos con sus correspondientes denominaciones, la mayoría españoles pero también de otros países.
Pero de inmediato añadió que si no le piden una denominación o una marca determinada, él les sirve un manchego, normalmente de una bodega de Casas Ibáñez al que le ha puesto la marca de su establecimiento. Y que, además, con este o cualquier otro de la tierra -de los que posee todas las denominaciones y su enorme variedad de uvas que, por fortuna, tienen del denominador común de su calidad- da «la paliza verbal» al cliente si es nuevo explicándole sus bondades. «Lo normal es que les convenza y, cuando vuelven, ya repiten».
Otra de las preguntas giró en torno a la forma en que se documenta sobre los vinos, que lógicamente considera una obligación profesional para estar al día. Para ello, fundamentalmente, acude casi siempre de forma semanal a catas por toda España -también ha estado en otros países- a lo largo del año, con lo cual calcula que son alrededor de 500 los que prueba y valora para luego pedirlos. Y luego los incluye en su propia Guía Vicentín y edita vídeos de forma gratuita en las redes sociales. «De lo que sí puedo presumir es de que todo lo que ofrezco es porque me gusta a mí»". Como el empresario hedonista que es, cual lo definió a la perfección Patricio Morcillo, presidente del grupo de la diáspora, que ejerció de presentador y coordinador del acto.
Por tanto, además de por el vino, es lo que le ocurre con la gastronomía típica de Albacete que ofrece, a la par que afama: quesos manchegos, lomo de orza -que compra a una empresa de Paterna del Madera y define como «el mejor de España»-, atascaburras y el plato estrella. Que no es otro que faisán en escabeche que le cocina su madre en Fuente Álamo y él viaja una vez al mes para llevarlo a Madrid en tarros de cristal, de los que calcula que desde que abrió Vides en 2013 habrán sido más de 2.000.
El punto final, como hijo y nieto de agricultores, cuya dureza del trabajo en el campo ha sufrido de joven, fue para criticar los «precios irrisorios» que se les paga por la uva en Fuente Álamo y en toda Castilla-La Mancha, muy por debajo del resto de las regiones, y que no compensa la dureza de estas labores y hace que los jóvenes, y no sólo los jóvenes, lo abandonen. «Y luego nos quejamos de la España vacía», cerró.