Brillante charla de Ángel Ñacle sobre la provincia

Emilio Martínez
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Se cumplen dos siglos del enfrentamiento entre Chinchilla y la capital por el nombre

«Quién dijo que Albacete no tiene historia. Porque la tiene y mucha». Fue el modo con el que quien sea posiblemente la persona que más sabe de la misma, el erudito Ángel Ñacle García, comenzó su amena y documentada charla en Madrid en torno a la polémica que se desató en el siglo XIX entre la localidad de Chinchilla y la capital de la provincia a lo largo de varias décadas luchando por encabezar y dar nombre a la misma. En un ejemplo de las cuestiones importantes que han acontecido en nuestra tierra, cual añadió este profesor de geografía e historia con cerca de 40 libros que abarcan a todo lo que se quiera sabe de ella. 

El acto, en el que también presentó su reciente libro Paseos por Hellín, se desarrolló el pasado día 19, dentro de los Domingos Culturales del grupo paisano de la diáspora en la capital del Reino, con un público muy interesado en este tema tampoco muy conocido. 

El agradecimiento de Ángel a unos paisanos, de los que dijo «sentir el cariño», fue la continuación a esas sus primeras palabras de su conferencia cargada de datos y apoyada en las proyecciones que este naturalista, montañero y escritor había preparado a conciencia para contarla. Y sobre todo basándose en el libro La antigua provincia de Chinchilla y la creación de la provincia de Albacete que tiene un subtítulo aclaratorio de las fechas esenciales: Proyectos de división territorial 1785-1833, una publicación basada en el trabajo de fin de carrera de su licenciatura en Geografía en la Universidad de Murcia que mereció la nota de sobresaliente cum laude.  

Ángel entró en el tema con la que considera «una de las mejores época de la historia de España», la de Carlos III, apoyado en afrancesados e ilustrados, quienes se volcaron con multitud de proyectos necesarios. Y entre ellos, con el murciano conde de Floridablanca de ministro, llevar a cabo de una vez una razonable división territorial del país. Para con ello superar la anticuada y nada efectiva existente. Así, en 1785 se crean 33 provincias o intendencias (31 y las islas Baleares y Canarias), entre las primeras las de La Mancha, Cuenca y Murcia. A esta última, se supone que por haber nacido allí Floridablanca, aunque deje de ser Reino, se le amplía enormemente el territorio -para compensarla- al incluirle el que dominaba el Marquesado de Villena y las Encomiendas de la Orden de Santiago, a las que pertenecían muchas de las zonas de lo que después sería Albacete.

Con la llegada del rey José Bonaparte, hermano de Napoleón, y también con las lógicas ideas de la Ilustración, el francés encarga en 1808 una nueva división aún más igualitaria a un experto, Juan Antonio Llorente. Quien modifica la anterior y en 1810 crea 38 Prefecturas (así se llamaban y se siguen llamando en el país galo) y 111 Subprefecturas, una de ellas, Tarazona de la Mancha dentro de Cuenca, y otra, Albacete dentro de Murcia. Pero los considerados patriotas, tras marcharse Bonaparte, refugiados en Cádiz -donde dan a la luz la Constitución de 1812-, crean en 1813 una nueva estructura con 44 Provincias o Gobernaciones.

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