El opositor venezolano Edmundo González Urrutia llegó ayer a Madrid en un avión de las Fuerzas Armadas españolas para iniciar su exilio. El político pedirá asilo en el Estado español para así huir de la persecución que iniciaron contra él las autoridades de venezuela, encabezadas por Nicolás Maduro. De esta forma, el opositor abandona su país, donde el panorama político está enrarecido desde la celebración de las Elecciones Generales del pasado 28 de julio. En aquellos comicios, marcados por la sospecha de irregularidades por parte del todavía presidente, Nicolás Maduro, la oposición asegura que la victoria fue suya, mientras que los oficialistas mantienen que no. Mientras tanto, la república venezolana sigue sumida en el caos económico más absoluto y sus ciudadanos son presos de una situación de pobreza extrema. Nicolás Maduro no presentó las actas oficiales de las elecciones y numerosos países de todo el mundo, entre ellos España, no reconocen la victoria de Maduro y exigen que las actas sean públicas. De momento, el plazo legal de presentación de los documentos, de 30 días, ya expiró y la represión de Nicolás Maduro y sus ministros continúa al alza en el país sudamericano.
Con la salida de Edmundo González Urrutia, se certifica la falta de libertades que existe en Venezuela, donde sólo resiste María Corina Machado, una opositora a quien el Gobierno no le permitió presentarse a las Elecciones Generales y que tiene el apoyo de la ciudadanía venezolana.
La comunidad internacional no puede permitir que Nicolás Maduro continúe campando a sus anchas por Venezuela. El exilio de Edmundo González Urrutia es la gota que colma el vaso y debe haber actuaciones en uno de los países sudamericanos más ricos y más empobrecidos del continente. Si el actual presidente no presenta las actas oficiales, sin manipularlas, debe dejar el poder de forma inmediata y que comience una transición hacia un régimen democrático y no como el que hay ahora, en el que a la oposición se le intenta eliminar, incluso con la muerte de sus líderes.
La llegada de Edmundo González Urrutia no debe ser un lavado de cara para el Gobierno de Pedro Sánchez ni de sus socios -algunos de ellos se apresuraron a loar la victoria de Maduro-, sino debe ser un aviso de lo que puede pasar si un régimen democrático deriva por el afán de su líder a perpetuarse en el poder a toda costa. Hoy por hoy, Edmundo González debe mover a la reflexión a la ciudadanía para intentar que no vuelva a ocurrir.
Mientras tanto, los venezolanos sobreviven a la opresión y a la falta de recursos, mientras Nicolás Maduro y sus colaboradores nadan en la abundancia.