Popular Libros acogerá hoy, a las 19 horas, la presentación de la última novela de Sabina Urraca, El celo. La autora, que conversará con Almudena Sánchez, comentó a La Tribuna de Albacete algunos aspectos de interés sobre esta obra, aclamada por crítica y público.
Con una amplia trayectoria como escritora, también se interesa por la edición, ¿se siente también cómoda con esta faceta?
Bueno, antes de ser editora era autora, entonces, lo nuevo es ser editora. Ser autora lleva años ahí, desde que publiqué mi primer libro, en 2017, mi carrera va más por la escritura. La edición es como un oficio recién descubierto, pero bueno, la vía principal es para mí la escritura, claro.
¿Más difícil escribir, claro?
Sí, por lo menos siento que la edición es algo que me sale más fácilmente, de una forma intuitiva, como que estoy más segura. Editar mis propios textos o trabajar con ellos, siempre tiene un plus de complicación, pero vamos disfruto de las dos cosas.
En El celo haba de la Humana o la Perra, unos nombres elegidos intencionadamente, por supuesto...
Obviamente es intencionado, absolutamente, es una decisión deliberada, porque en el libro, cuando nos encontramos en el inicio, tanto la Humana, como la Perra abandonada que encuentra la Humana, no tienen nombre. La Humana no le pone nombre, porque poner nombre es el primer paso hacia la domesticación y la Humana huye de domesticar a la Perra, porque ella, la Humana, hace no tanto tiempo ha sido, de alguna forma domesticada, entre comillas, con lo cual ella huye de ponerle nombre a la Perra, de domesticarla, de esterilizarla. Me pareció justo que, como al inicio del libro, el lector también se encuentra un poco a la Humana, como si fuese una perra abandonada, de la que no sabe nada y solo puede observar síntomas y marcas en su cuerpo;me parecía interesante que también la Humana permaneciera sin nombre. Hay una cuestión que es que importante en el libro, los cuentos populares, y en muchos de ellos los personajes no tienen nombre, así que me interesaba mantener ese halo de fábula alrededor de estos personajes.
¿Una Humana que está en la vida, pero no ejerce?
Sí, la Humana, de alguna forma, se ha apartado de la vida, de la sociedad y es un personaje que está perseguido por una maldición, casi por una maldición de cuento y no siente que vaya a vivir mucho tiempo, con lo cual ha abandonado la vida y es en ese momento en el que se encuentra a la Perra y se la lleva a casa, sin saber por qué. Se la lleva a casa porque está volviendo de una fiesta y vuelve drogada de MDMA, sustancia que tiene un efecto similar al de la oxitocina que segregan las mujeres que acaban de parir. De alguna forma, llevada por ese amor de la droga en ese momento, lleva a la perra a casa y de pronto se encuentra, a la mañana siguiente, con la perra en casa y se dice, Dios mío que he hecho, si yo no voy a vivir mucho tiempo. Por su fuera poco, la perra le viene en celo y esto pone un poco todo patas arriba.
¿Con papel protagonista para la sexualidad, el poder y la fuerza?
Sí, es muy importante, porque a la Humana, en el momento presente de la novela, la encontramos despojada de un don, de algo muy potente que ella tenía, una sexualidad casi mágica, en el sentido que tenía un control sobre su propio placer prácticamente paranormal, rozaba lo mágico, pero eso le ha sido robado. En el momento en el que la encuentran los lectores, ella ha sido despojada de eso, su cuerpo ha sido saqueado de alguna forma.
¿Podemos decir que la Perra es eje vertebrador de la historia?
Absolutamente. El detonante de la novela es el inicio del celo de la Perra y el encuentro con ella y la necesidad de lograr que ese animal sobreviva a su lado, de alguna forma es también como un camino para la Humana. Para mí, en la novela, la Humana y la Perra son dos animales que avanzan inevitablemente en paralelo, a pesar de cada una vive una historia completamente diferente.
¿Con una historia familiar que se cruza también?
No se cruza, está presente. Están los personajes de la Abuela, la Madre y el Abuelo, son importantes; la Abuela ya hace años que ha muerto, pero los cuentos populares, lo que quedó y sobre todo el misterio de la historia de lo que vivió la Abuela, está presente, quedan en la Humana y salen a colación constantemente. Es una novela en el que el pasado y el presente se entrecruzan y quería mostrar los claroscuros de todos los personajes familiares. Lo que intento en la novela es mostrar a los personajes de forma compleja, hacen lo que pueden. En la novela hay un momento en el que se pone en cuestión esa frase feminista tan repetida, que yo comprendo, pero me interesa revisionarla: somos las nietas de las brujas que no pudisteis quemar; la Humana se revuelve contra esa frase y dice que es nieta de mujeres que ni siquiera sabían que se podían enfadar, que podían contar lo que les había pasado.
¿También con miedo y desamor de la protagonista?
Más que desamor, lo que más se parece a lo que ha vivido la protagonista, que es una relación de maltrato, como otros muchos personajes de la terapia de grupo, es una maldición de cuento, algo que te impregna absolutamente y aunque la persona que ha perpetrado esa violencia contra ti esté muy lejos, eso ya ha calado en tu cuerpo, lo llevas dentro y cuesta mucho sacudírtelo.
¿Silencios?
Primero está el silencio de la Humana, que por esta maldición que la persigue, no puede hablar de lo que le ha pasado, y luego está el silencio de la Abuela, que creo que es muy importante también. Hay un momento en el que sí llegamos a conocer la historia de la Humana, pero no la de la Abuela, dos generaciones puestas frente a frente, las mujeres que ni siquiera podían hablar de lo que les había pasado y las mujeres que, aunque les cueste, sí que pueden encontrar un espacio para poder contar lo que les ha pasado.