La letra P deriva de la decimosexta letra del alfabeto protosinaítico peh que significa boca. Lo más lógico es que le hubieran dado un símbolo parecido a un circulo, pero ya existía el de la O, por lo que le dieron el de un rectángulo. Y la dichosa Wikipedia, a la que tanto criticamos pero de la que mucho nos servimos en general, nos dice que «corresponde a la letra P del alfabeto latino o romano, que tomó del griego el modelo de trazado anguloso, y solo en el siglo I aparecen las formas cerradas. La P mayúscula visigótica tenía la forma de la letra capital romana. La P gótica del siglo XIII empieza a escribirse con un solo trazo continuo».
Pero no es mi intención –porque no soy experto- en hacer un estudio semántico de esta letra, ni mucho menos, quería –si mis lectores me lo permiten- hacer una puesta en escena narrativa al haber hablado en mi columna pasada sobre el término Pobreza; ahora me había propuesto hablar del término Presteza y mira por donde, lo haré de Pereza. Todos empiezan con P. ¡Vaya controversia, diría yo!
Y es que nos invade la pereza en nuestra sociedad; nos tiene la medida cogida. Hace unos años, antes de la pandemia que tanto daño nos ha hecho a todos -en salud mental, física, orgánica y comportamental- la pereza siempre tuvo su espacio, tal vez el habitual en actitudes normales; sin embargo, pasada la pandemia, uno ha llegado a concebir que hacer las cosas por el simple hecho de hacerlas, o trabajar por eso de trabajar –sin más compensación que el dinero y no tanto el disfrute- puede ser uno de los valores que sustituyan a los que antes definirían a las sociedades modernas basadas en el respeto, la dignidad y el esfuerzo. Por eso, ahora abunda y mucho la Pereza con mayúscula, tanto en tu actividad diaria, en tu compromiso social, en las relaciones personales, sexuales o laborales, y en aceptar la opinión de los demás, en exigir que te valoren tal cual crees que mereces, en ofrecerte como baluarte de ejemplo o de perfil adecuado. Yo creo que nos está absorbiendo la desgana y en ello, la pereza tiene abono suficiente para que pierdas una premisa esencial en la vida del ser humano: la ilusión.
Si no tienes ilusión por lo que haces, por lo que quieres, por lo que representas, por el compromiso, por el valor de la vida, por la amistad, por el amor, por el trabajo, por el ocio y por la dignidad como ser humano, poco nos queda ya de 'bueno' en estos tiempos. Creo que deberíamos cambiar si es que mi comentario tiene algún sentido, sino, seguir como estamos y punto.