El conocido psicólogo Javier Urra fue el ponente de la Jornada Educativa de este año, centrada en el bullying escolar. Aprovechamos su visita a Albacete para charlar con él.
El acoso escolar es un problema que va en aumento en colegios, institutos… ¿por qué surge?
Surge porque, a veces, el ser humano es posesivo y le cuesta ponerse en el lugar del que sufre, aunque se diga lo contrario. Siempre ha habido acoso escolar, pero había como cierto freno de mano en las conductas. Ahora, con otro problema que tenemos como es el ciber acoso, no es así. Antes el chaval se iba a casa el viernes y descansaba hasta el lunes que volvía a la escuela donde era acosado de nuevo. En la actualidad, desde su habitación se siguen riendo, mofando. Es realmente un problema. Por lo tanto, tenemos que estar muy atentos.
Un problema que puede tener graves consecuencias, ¿no es así?
Sí, porque la causa mayor de suicidio en infanto/juvenil es el acoso escolar. Un chaval de nueve a 12, 14 años, vive por y para los iguales. Si los iguales le ridiculizan, le vejan, pues es que no tiene a dónde ir. Los niños normalmente tienen mucha dificultad para denunciar. Porque dicen: «si el profesor no se da cuenta, ¿para qué lo voy a decir? Si voy a mis padres me dicen aprende a defenderte». Es una violencia muy silenciada porque daña el alma de los niños al saberse no querido, ridiculizado, sin herramientas para salir de ahí. Es un gran problema. Quien ha sufrido acoso escolar, cuando pasan los años si se saca el tema posiblemente le asomen lágrimas, porque sufrió mucho y va a convivir siempre con ese dolor.
Y si los padres, los profesores, maestros… detectan un caso de acoso, ¿cómo actuar, Javier?
Directamente. Hay que parar, hay que hablar con la dirección del centro, hay que informar a la inspección educativa, hay que llamar a los padres de la víctima, llamar a los padres del agresor y decir que la situación no puede continuar. Porque es absolutamente injusto y es lo contrario al término educación. Habría que hablar con cada uno, sancionar al agresor, dándole una salida para que revierta su conducta, para que pida perdón, para que se dé cuenta del daño que ha podido hacer.
He dicho, digo y diré, que el líder, la autoridad y la potestad del aula, la tiene el profesorado. No dejemos o no miremos para otro lado, y que eso vaya poco a poco pudriéndose. Un hecho puntual es un hecho puntual. El acoso se significa por la continuidad, por la vejación, que puede ser física, emocional o chantaje económico.
¿De qué manera se puede prevenir el bullying escolar?
No es que se pueda, es que se debe. Creo que mis palabras van en esa línea. Sabemos que este problema existe. Como sabemos que todos los años, en invierno, llega la gripe y lo que hacemos es vacunar. Hay chicos que tienden a ser agresores, para sentirse respetados, para imponer su poder. Hay chicos que no se saben defender y tienen pocas habilidades sociales para tener un grupo de iguales que les defienda. Entonces hay que reequilibrar, quitándole a uno ese mando que nadie le ha otorgado, y dotando al otro de apoyos para que pueda crecer. Hay que ser creativo. A veces se pueden hacer actividades conjuntas entre el agresor y la víctima, eso requiere una gran valentía del profesor para tomar decisiones.
Javier, ¿puedes enviar mensaje de esperanza a todas esas personas?
A quienes estáis sufriendo el acoso, mi mensaje sería, no calléis. El acoso se cronifica, se agudiza en el silencio. Lo peor que podemos hacer es callar. Piensa una cosa, ya lo estás sufriendo, no es bueno para ti, tampoco es bueno para el agresor, no es bueno para otro igual a ti que el día de mañana puede ser víctima como tú. Hay que dar ese paso, no es fácil. A los profesores les diría que estén muy atentos. Este es un tema esencial, es un gran reto, seamos valientes. No banalicemos el acoso escolar, no es un juego de niños. A los padres, les diría que hablen con sus hijos y les digan: «si alguna vez te encuentras siendo acosado, házmelo saber y actuaremos de inmediato». Y también podrían decir a sus hijos: «espero que nunca seas un acosador, sufriría mucho de tener un hijo que es acosado, pero creo que sufriría más de tener un hijo que está acosando a otros».