La actual semana tenía, a priori, como principal foco informativo Ifema y Fitur, la Feria Internacional de Turismo que sirve, a nivel más cercano, para que capitales, provincias y regiones, como fue el caso Albacete y Castilla-La Mancha 'vendan' lo mejor que tienen en busca de atraer turistas y lograr que mejoren las cifras de turistas año tras año. Fitur se inauguró el miércoles y ese mismo día, otro espacio, el Congreso de los Diputados, y otro asunto, el famoso decreto ómnibus que no se aprobó, tomaron el papel de actor principal.
El PSOE de Pedro Sánchez intentó convertir al PP en su muleta parlamentaria por la vía de los hechos. Insertó en el mismo decreto cuestiones a las que un partido que aspira a gobernar España no se puede negar, como la revalorización de las pensiones, la subvención directa al transporte público o las ayudas para la reconstrucción de los daños provocados por la DANA, junto a otras estrictamente dogmáticas, de puro programa y manifiestamente antagónicas a la posición y a la propia razón de existir de la oposición. Así, Sánchez trataba de 'colar' por esa puerta lateral cuestiones relativas a la imposibilidad de desahuciar a ciertos perfiles sociales, algo que en la derecha se considera una protección a los okupas; la cesión de un palacio parisino al PNV o la eliminación de las reducciones del IVA en determinados productos. Es más, la oposición, o al menos Alberto Núñez Feijóo, ha manifestado públicamente que apoyará la revalorización de las pensiones si se desvincula del resto de cuestiones. Pero el PSOE se ha lanzado con todo contra el PP. No contra Junts, el socio de investidura que le tumba el decreto, ni contra Carles Puigdemont, el prófugo al que Sánchez decidió amnistiar y que ahora le exige que se someta a una cuestión de confianza y se arrastre hasta Waterloo para rendirle pleitesía, un precio impagable para un presidente del Gobierno.
Además, Junts pidió en público que las pensiones de los jubilados catalanes suban más que las del resto de españoles. Es, a todas luces, una situación de ingobernabilidad que no necesita desembocar en un adelanto electoral, pero sí en una mano tendida de Sánchez a los populares para que lo que haya que legislar en lo que sea que le quede a este mandato se haga con la debida dignidad. No parece esa la alternativa elegida, porque Pedro Sánchez sigue enrocado en aprobar el decreto ómnibus completo, sin fraccionar, y mantener el pulso con el PP y Junts, aunque con el paso de los días otros socios y aliados como Sumar, Podemos y BNG piden al jefe del Ejecutivo presentar una nueva propuesta con las iniciativas que suscitan consenso.
Mientras se decide Pedro Sánchez, son los ciudadanos, una vez más, los que sufren unas consecuencias que afectan de una forma muy directa a sus economías domésticas.