El regadío moderno en Albacete comenzó en los años 60, con los primeros sondeos en Los Llanos, pero hay un regadío mucho más antiguo, oculto tras las cifras y datos de las grandes explotaciones.
Una muestra de este regadío se halla en un pequeño tramo del río Júcar que empieza Ribera de Cubas, en Jorquera, y acaba en La Recueja. Ayer, lo visitaba el delegado de Agricultura, Ramón Sáez.
Acompañado por varios técnicos, recorrió la zona donde una pequeña comunidad de regantes ya ha comenzado a reparar canalizaciones hechas a la antigua, con piedra, barro y argamasa, nada más.
«Estos regadíos tradicionales están casi como en la época andalusí, o ni casi, están igual», afirma, «y lo mejor de todo es que con una inversión mínima, te dan en proporción un retorno enorme».
En la última convocatoria regional. Unas 40 explotaciones de la provincia recibieron ayudas, no sólo para mantener la actividad económica local, también para luchar contra la despoblación.
Cipriano Escribano es uno de los responsables de la comunidad. Camina y habla al mismo tiempo, mientras recorre varios tramos, cada uno de ellos en un estado muy diferente. El primero, recién reparado, está semioculto entre la densa vegetación de la ribera.
«Somos unos 300 comuneros», explica, «y sumamos unas 110 hectáreas de cultivos hortícolas que se riegan con dos acequias, situadas a ambas orillas del río; cada una tiene 15 kilómetros de largo, así que mantenemos unos 30 kilómetros».
La ayuda que reciben estos pequeños regantes es de sólo 40.000 euros y cubre el 90% de la inversión total. Parece poco, pero con estos fondos se puede hacer mucho, aunque a base de mucho trabajo manual, aquí no hay maquinaria, a lo sumo algún animal de carga.
«Aquí el trabajo es permanente, siempre hay tarea; en invierno ya hicimos muchos de los arreglos pero las lluvias de junio nos obligaron a hacer reparaciones, pero el sistema es muy eficiente, aquí apenas gastas agua», remarca.
La concesión de aguas es de sólo 0,6 hectómetros pero el agua de estas acequias siempre está en circulación, forma un circuito cerrado porque entra en los bancales, pasa por encima pero no se queda, al final vuelve al río.
«Aquí logramos niveles de eficiencia hídrica y energética que el goteo no consigue ni de lejos», afirma mientras conduce a los presentes hasta la finca de dos comuneros, Miguel y Ruth, que tiene un tramo de acequia restaurado.
Pioneros. Esta finca fue una de las pioneras de la provincia de la producción ecológica. En ella no sólo se cultivaba, también se daban cursos de formación en nuevos métodos de cultivo.
«Ahora, la acequia es una tracción por sí misma», señala Ruth, «porque aquí hemos tenido visitantes de Murcia que cuando la han visto, y han visto todo lo que hay detrás, no daban crédito, les parecía increíble tener esto en uso».
No muy lejos de su finca, a un kilómetro, se encuentra el punto inicial de todo el sistema, un azud del que parte la toma de agua que alimenta todo el sistema. Ahora está limpia y operativa, por ella baja el agua a gran presión.
«Poner la entrada en marcha fue de las primeras cosas que hicimos, bajaba muy poca agua, ni la mitad de lo que debía». Lo 'chusco' fue la sorpresa que se llevaron al descubrir la causa: un televisor de pantalla plana, que alguien tiró al río.
Otros proyectos. En la visita de ayer, estuvo la diputada provincial y alcaldesa de Villatoya, Llanos Sánchez. En su pueblo, se desarrolla un proyecto muy similar, aunque con sus particularidades.
«Nuestras acequias son tradicionales porque están ahí desde tiempo inmemorial, pero las acequias son mucho más modernas, en su mayor parte son de obra, hay algunas como éstas, pero son pocas».
El agua, precisa, es de manantial, pero al igual que las de Cubas, es circulante. «Brota de la tierra, va por el sistema de riego y, una vez que ha regado los campos, al río, en ese sentido es un circuito similar».
El número de comuneros es más pequeño, son unos 100 «y en la junta directiva somos cuatro mujeres», subraya. Ahora, lo más urgente es reparar el tramo inicial del sistema.
«Esta actuación es la primera que tenemos que acometer, porque la canalización tiene un reguero», señala, «así que si no actuamos, el agua no llegaría a las huertas».
Y ¿cual es el fin del proyecto?. «Fijar población», responde rotunda, porque en su zona hay muchos agricultores a tiempo parcial, que viven en la zona todo el año o parte de él, muy vinculados a sus huertas.