El TSJ confirma la condena del hombre que atracó una sucursal

Redacción
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El tribunal indica que aplica un tipo agravado de la pena por el uso de un revolver simulado, no como arma de fuego, sino como «instrumento peligroso para causar graves lesiones»

Imagen de la detención del condenado, que está acusado de cometer otros atracos en la provincia. - Foto: G. C.

El Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha confirma la condena de cuatro años, tres meses y un día de prisión por delito de robo con intimidación en local abierto al público y uso de instrumento peligroso, a un atracador reincidente que robó 8.765 euros. Además concurre la circunstancia analógica de drogadicción y el agravante de disfraz. 

La sentencia relata que el acusado se personó en una sucursal bancaria de la localidad de Barrax al final de la jornada laboral llevando puestos guantes, gorro, gafas y mascarilla. Se dirigió a un extremo del mostrador donde se encontraba sola la directora de la sucursal, le apuntó con un revolver (que resultó ser simulado) y le ordenó que le diera el dinero. La directora sacó el metálico que había, un total de 8.765 euros. A continuación, le ató las muñecas en la espalda, le ordenó que se tumbara boca abajo y que no se moviera en diez minutos. Cuando el acusado se fue, logró desatarse las bridas y pedir auxilio. Como consecuencia del suceso, la perjudicada sufrió roces en las muñecas, ha perdido peso, atiende con inquietud a clientes que no conoce y sufre pesadillas en las que un individuo corpulento llega a su casa y se la lleva. 

En su recurso, la defensa sostiene que la pistola utilizada era un «juguete» y que no fue empleada para amenazar, ni se acercó a la cara de la víctima, solo fue esgrimida fugazmente, permaneciendo en la cintura del acusado la mayor parte del tiempo que duró el atraco. En segundo lugar, pretende que se estime la circunstancia de drogadicción como atenuante muy cualificada, al entender que el acusado cometió el hecho delictivo a causa de su grave adicción a la cocaína, lo que criminológicamente se ha llamado 'delincuencia funcional'. Aduce que el nivel de consumo es gravísimo, lo que justifica que tenga que robar cada poco tiempo para conseguir la droga. Por último, se opone a la estimación de la circunstancia agravante de disfraz. 

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