Comento los cuatro primeros conciertos de Femuba que hasta ahora se han podido escuchar en esta edición. El primer concierto corrió a cargo de L'Estro d'Orfeo que lidera la violinista barroca madrileña Leonor de Lera -pupila del excepcional Enrico Onofri-, que profundiza en la teoría y la práctica en la creación de música instrumental de finales del siglo XVI y principios del XVII para dar a conocer su virtuosismo instrumental.
Con su concierto del pasado viernes L'Estro d'Orfeo demostró que continúa siendo una de las apuestas más seguras de la música instrumental del Seicento. Aunque reducido a tan solo tres integrantes el resultado es imponente pues permite mostrar las capacidades técnicas de todos sus integrantes, que son muchas. Además, por lo conocido en sus discos y conciertos anteriores, el joven violagambista, Miguel Bonal -que futuro tiene por delante-, aun no siendo habitual de la formación ha asumido con total naturalidad y valentía su incorporación a un grupo ya consolidado, de tal forma que el resultado fue exquisito, a la altura de lo que esta formación acostumbra, lo que sólo puede conseguirse contando con músicos extraordinariamente dotados. El público disfrutó de una lección de música con una delicia de una interpretación.
Bajo el título de Mater Misericordiae, en el segundo concierto, la soprano Elisabeth Hetherington y Pérgamo Ensemble ofrecieron un programa dedicado a dos cantatas religiosas de Telemann y Zelenka (la de este autor checo era la tercera vez que se escuchaba en tiempos modernos), cuya protagonista es María, y a dos obras instrumentales de cada uno de estos autores sabiamente intercaladas en el programa. Pérgamo Ensemble es una agrupación formada por unos instrumentistas infrecuentes (oboe, violín y bajo continuo de órgano y cello), aunque existen obras barrocas para estos instrumentos injustamente olvidadas por el paso de los siglos con algunos de los autores más laureados de los siglos XVII y XVIII y que se proponen rescatar. La soprano canaiense Hetherington se encuentra realmente cómoda en el canto histórico. Su voz rezuma delicadeza, finura, luminosidad, es prístina en el agudo y a veces casi etérea en su discurso, logrando impactar mucho a nivel expresivo y en la belleza de su emisión. El resto de instrumentistas, a muy gran altura interpretativa, mostraron un entendimiento superlativo entre ellos, pero también con la solista vocal, un descubrimiento imponente que sin duda exigirá seguir de cerca la carrera de esta cantante de altura.
En el tercer concierto de abono se ofrecieron tres perlas de la música de cámara, tríos para dos violines y cello de Boccherini, que fueron compuestos en 1769, cuando se encontraba ya en España y por tanto forman parte de nuestro patrimonio musical. Estéticamente la música de Boccherini pertenece al estilo galante y su autor es un auténtico especialista en el manejo del discurso sonoro en continuo diálogo entre las cuerdas. El Gabinete de Música está integrado por tres jóvenes intérpretes procedentes de la Schola Cantorum Basiliensis, lo que muestra de su sólida formación técnica, que estuvo presente durante todo el concierto, recreando de alguna manera cómo era esta música en sus orígenes, usando para ello instrumentos originales y modos de tocar históricamente informados. Tuvieron la complicidad necesaria para captar e interpretar sonoramente el espíritu de la partitura, permitiendo que las notas saltaran con naturalidad de violín en violín, siempre apoyadas por el omnipresente violonchelo, y la interpretación combinó vivacidad y elocuencia sin fallos. En definitiva una interpretación de mucha elocuencia, íntima tal y como requiere esta música, quizá no pensada para ser albergadas por edificios como nuestro Teatro Circo pero que gracias a su sonoridad hizo que disfrutáramos a los asiduos aunque al exiguo programa le hubiera cabido otro de los tríos de la serie de seis en los que se integran o alguna obra.
Por último, el lunes tuvo lugar un evento musical novedoso e interesante. El concierto en el que alumnos de teclado de los conservatorios profesionales de música se les propuso que interpretasen una de los números de las 15 invenciones y 15 sinfonías de Bach en un clavecín flamenco de dos teclados, copia de un modelo construido por Johannes Ruckers en 1624, bajo la supervisión de Esther Romero García, Claudia Dafne Sevilla y Andrés Alberto Gómez. Lo importante de la propuesta es que los alumnos pudiesen ensayar y tocar en concierto en un instrumento distinto al que estudian, el piano, con la dificultad que ello conlleva. Sólo podemos dar la enhorabuena a alumnos y responsables de tan atractivo proyecto por el esfuerzo demostrado.