Dice el diccionario que ‘niñato’ es el joven que es presumido y despreocupado porque sólo un niñato puede cometer este y muchos otros errores, tales como «faltar al respeto a tu prójimo». Ese joven que cree saberlo todo, que abusa de vanidad, de soberbia, de orgullo y sin embargo, carece de la inteligencia suficiente para captar la percepción de las cosas buenas.
Y es que creo que a veces están muy acertados los aforismos y sin duda, las comparaciones, como puede suceder en este caso «niñato» o «hijo de papá» y ahí estaría otro valor, el de la permisibilidad de los padres, el de la educación familiar, el de la aceptación de un «rol equivocado» a unos niños, que sin madurez, están formando su personalidad y se les está inculcando ideas equivocadas dentro de la moralidad social establecida.
No podemos permitir, ni siquiera advertir como ‘perdón’, los sucesos que jóvenes inmaduros muchos y otros no tanto, están provocando en estos días de restricciones, días de tragedia, días de muerte y días de dramas familiares, llevando a extremos injustificables sus violencias desmedidas, sin sentido, sin razón y sin respeto, dañando la vida de otras personas que tienen en sus negocios, su propia condición de ser humano, que tienen el derecho a ejercer, y que por la «ley de la democracia» están en posesión de su libertad, para que energúmenos, gentes radicales, de una extrema o de otra, de una condición o de otra, de un club de fútbol o de otro, de una clase social o de otra, de una familia o de otra, ejecuten con el libertinaje que una política les permite, cuando frente a ellos, se juegan la vida, policías, agentes de seguridad, hombres y mujeres que merecen la condición de su ejercicio, sin más razón, que la suya propia, la sinrazón, la del inadaptado que encima, recibe el ‘apoyo’ de determinadas fuerzas políticas que se autoproclaman democráticas.
¡Esto es un sinsentido!, esto no tiene ninguna razón de ser; y esto debe de cortarse de raíz, sin más permisibilidad que revisar en su justa medida y aplicar una educación adecuada que no existe, de una moralidad que está herida de muerte, de un programa de reinserción retrógrado o de una mala política de juventud.
Recuerdo por tanto el concepto de ‘niñato’ en mi época de juventud. Por entonces, era el que llevaba el pelo engominado, vestía polos ceñidos Fred Perry y llevaba zapatos de charol, sobre todo los domingos; pero aquel ‘niñato’ respetaba la sociedad en la que vivía, marcaba su espacio como el perro en su «meada», pero respetaba la acción de vida; ahora, el ‘niñato’ de ahora, no todos, pero sí el que así puede calificarse, es irrespetuoso, indigno y ‘ramplón’ que no sabe respetar, ni acepta el contenido mediático. ¡Hay que darle una lección!
Esa misma que han hecho otros muchos jóvenes de Logroño, con su ejemplo, haciendo ver que no todos los jóvenes actuales son iguales, cuando han salido por la mañana a limpiar y adecentar lo que esos energúmenos -garbanzos negros de su generación- hicieron por la noche anterior, demostrando que la juventud es rica en valores, y que esos que no lo son, deben «salir de ella» hasta que aprendan a encontrar la virtud social de saber vivir democráticamente.