Luis Segura es profesor de Geografía e Historia y Religión Católica y posee una formación humanística integral. Es licenciado en Humanidades, graduado en Ciencias Religiosas y máster en Humanidades Digitales. Ayer, en el Casino Primitivo, presentó su libro El Asesinato de Carretro Blanco, las fuerzas ocultas tras su magnicidio y la historia reciente de España.
¿Carrero Blanco fue una persona con muchas aristas y muy problemática para la ciudadanía española porque se intuía que podía ser el que diera el paso después de morir Franco?
El libro se titula El asesinato de Carrero y se divide en dos partes claramente diferenciadas, lo primero que hago es ofrecer una descripción política del personaje en cuestión, también describo su pensamiento que es fundamental, y su temperamento, en esa última parte me ocupo de describir el atentado y ofrezco cinco claves que a mi modo de ver permiten esclarecer lo que ocurrió con Carrero Blanco, quién estuvo detrás de su muerte y por qué. En la segunda parte explico el paso del régimen franquista, o del 18 de julio, al actual régimen que debe su nombre a la Constitución vigente.
¿Quién estuvo detrás de su muerte porque hay una teoría de la conspiración?
Esa es la gran pregunta. El fiscal del Tribunal Supremo Fernando Herrero Tejedor, que murió en un accidente sospechoso, dijo en su memoria elevada al Gobierno del año 1974 que la vinculación de los procesados de ETAestaba asegurada, comprobada, pero que a título de inducción no se sabía quién estaba detrás. Hay otras fuerzas, porque entendemos que había gobiernos interesados en aquella época en que desapareciera Carrero y acabase el régimen de Franco, porque había que llevar a España por un camino distinto al que lo querían llevar estos señores.
¿Colaboración de la CIA y Kissinger?
Los norteamericanos fueron los más interesados y se puede decir que salieron más beneficiados de esa desaparición. Esa es la segunda clave, porque Kissinger se reunió la víspera con Carrero Blanco y tenemos constancia de lo que tratan en un acta que elabora y publica el ministro de Asuntos Exteriores español, lo que ocurre es que en esa acta obviamente no está lo que se trata realmente porque cuando dos mandatarios se reúnen y hablan tratan asuntos reservados y asuntos secretos.
¿Cómo se fraguó lo que es el atentado?
Es curioso porque tenemos que acudir al libro que escriben los mismos etarras en Operación Ogro en un libro muy interesado y con muchas incoherencias. ¿Qué necesidad había de explicar al detalle qué habían y cómo lo había hecho? Hay que tener en cuenta que un año antes ya empiezan a bajar comandos a Madrid a preparar el atentado y en ese libro se cuenta esto. En un principio la idea era secuestrar a Carrero Blanco, pero cuando fue nombrado en junio de 1973 presidente del Gobierno, alguien se puso muy nervioso y decidieron eliminar a Carrero. Llegaron un grupo de jóvenes etarras que consiguieron varios pisos en Madrid, una infraestructura, uno de ellos fue decisivo en Claudio Coello 104, allí excavaron un túnel y generaron un ruido insoportable durante varias semanas. Eso fue lo que provocó el accidente mortal de Carrero Blanco.
Hasta los mismos etarras se sorprendieron cuando el coche llegó hasta la azotea del edificio.
Sí, eso es cierto, se sorprendieron ellos mismos los del comando Txikia, el lehendakari también se sorprende y dice que eso no lo ha hecho ETA, aunque luego tuvo que rectificar y luego están los artificieros que no se pronunciaron porque no había sido un explosivo convencional y que había sido un explosivo militar.
¿Cómo cambió España tras la muerte de Carrero?
Cambia poco a poco, paulatinamente, gradualmente, no se podían introducir los cambios que se esperaban de manera repentina y brusca porque hubiera habido unas resistencias enormes. El Ejército era afín al régimen. La primera sorpresa es Arias Navarro que era quién se encargaba de la seguridad del presidente porque el ministro de Gobernación, hoy sería el ministro del Interior, y fue nombrado presidente del Gobierno. También tenemos al Rey Juan Carlos donde reconoce que Carrero no hubiera estado de acuerdo con lo que él se proponía hacer. Llevar a España en una dirección, en la de la partitocracia.