La victoria de Oriol Junqueras en la primera vuelta de los comicios de ERC, clara pero menos rotunda de lo que quería, y sobre todo insuficiente para cerrar la pugna por el liderazgo, mantiene el suspense entre unos republicanos que siguen en convulsión interna y también en el Palau de la Generalitat y la Moncloa.

Tras 13 años como presidente del partido, el político barcelonés aspira a retomar las riendas de la formación con la voluntad de, algún día, tener opciones de ser presidente de Cataluña, si bien para que ello sea posible la Justicia deberá acceder a aplicarle la amnistía (inhabilitado hasta 2031, ha presentado un recurso ante el Tribunal Supremo para lograr el borrado de la malversación).

La segunda vuelta de las elecciones del partido tendrá lugar el 14 de diciembre y Junqueras, que ha roto relaciones con buena parte de la dirección saliente, se mantiene como favorito para alcanzar su liderazgo, dado que le han separado de superar el 50 por ciento de los apoyos en la jornada del pasado 30 de noviembre poco más de cien votos del total de 6.533 emitidos por los militantes.

La incertidumbre en ERC resuena en la política regional pero también en la nacional, puesto que esta formación mantiene una posición clave tanto en el Parlament como en el Congreso de los Diputados. Incluso el futuro del Ayuntamiento de Barcelona puede variar en función de qué decida la militancia de ERC.

Tanto el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como el de la Generalitat, Salvador Illa, han verbalizado que no podrán avanzar en las negociaciones presupuestarias de sus administraciones hasta que los republicanos encaucen su crisis interna.

Podría haber sucedido el pasado 30 de noviembre, pero deberán esperar otras dos semanas. Pero el aviso de ERC a los socialistas, más allá del resultado de los comicios, es claro: «que cumplan»

El próximo 14 de diciembre la formación catalana contará con una nueva dirección que encabezará el propio Junqueras o Xavier Godàs, cuya candidatura apoyan desde fuera la actual Secretaria general, Marta Rovira, y el expresident Pere Aragonès.

Los dos candidatos han marcado distancia recientemente con el PSOE y han emitido un mensaje muy similar: si quieren nuevos pactos, primero deberán cumplir con lo ya acordado, advirtió Junqueras; si no lo hacen, caerán gobiernos, completó Godàs.

Por resolver quedan cuestiones como la condonación parcial del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), pactada en el marco de la investidura de Pedro Sánchez, o la concreción de la financiación singular arrancada por los republicanos a Salvador Illa para votarlo como president.

No hay duda, en cualquier caso, de que los dos apuestan por la vía negociadora con el Estado y que la unilateralidad ensayada en 2017 forma ahora parte del pasado. En ese contexto, Junqueras se mantiene como favorito.

Militància Decidim, su candidatura, aspiraba a imponerse en primera vuelta y algunos de sus miembros incluso daban por hecho que así sería.

No lo ha logrado pese a haber llegado a sumar más apoyos que las otras dos propuestas conjuntas (48,3 frente al 47,9 obtenido por Nova Esquerra Nacional y Foc Nou), en una jornada en la que resultaron clave los 244 votos en blanco emitidos (el 3,7).

La alta participación, del 81,35, superior a la de la consulta sobre la investidura de Illa, ha favorecido a las candidaturas alternativas a Junqueras, según diversas fuentes consultadas.

Godàs (que obtuvo el 35,3 de los sufragios) buscará ahora lograr el apoyo de Foc Nou, con la que mantiene algunas coincidencias: el separar la Presidencia del partido del candidato a la Generalitat y su voluntad de dejar atrás la etapa del exdiputado. «Trabajaremos a fondo cada minuto para confirmar este cambio», llegó a comentar su presidenciable días atrás.

Militància Decidim, sin embargo, confía en llevarse la victoria y se presenta ahora como la «auténtica renovación», pues tilda de «continuista» a la lista de Godàs, a la que apoyan diversos cargos del Govern que presidió Aragonès.