150 AÑOS DE APAGAFUEGoS

Marcelo Ortega
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Un 11 de noviembre de 1862 el ayuntamiento albaceteño votó el primer reglamento para una brigadade bomberos

Imagen de un camión de los bomberos de Albacete en apoyo a las labores de extinción del incendio de Escombreras, en Cartagena, en el año 1969. - Foto: Cedida

Fue un día de noviembre, como hoy, quizá también con tiempo lluvioso y otoñal. Era el año 1862, y Albacete era una tierra que se asomaba a su futuro, que ya empezaba a acostumbrarse al ruido de los trenes, a las primeras industrias y al sobrenombre de «ciudad» que pocos días después le iba a otorgar la reina Isabel II. Un mes de efemérides el que pasa, y una de las importantes es la del nacimiento del cuerpo de bomberos de la ciudad. Tal día como hoy, el 11 de noviembre, el pleno del Ayuntamiento votó por el primer reglamento «para la brigada de Zapadores-Bomberos de Albacete». Pocos días después, el 28, el gobernador de la provincia lo aprobó. Albacete, con una población de menos de 20.000 habitantes, empezaba a tejer la historia de sus bomberos.

Un repaso a esa historia da para muchas páginas, y muchas de ellas ya han sido visitadas por los cronistas «voluntarios» del actual Servicio Contra Incendios de Albacete. El propio jefe de servicio, Eduardo Cuevas, ha paseado por la evolución del cuerpo de Bomberos desde esos inicios «vinculados a la llegada del tren», explica en medio de muchos papeles; «la brigada se crea a partir de los ingenieros y zapadores que habían llegado con el ferrocarril».

Un vistazo a aquél primer reglamento de bomberos votado por el consistorio justo hace 150 años permite comprobar con asombro el tiempo transcurrido, la distancia entre el Albacete de entonces y el de ahora. Aquellos primeros bomberos tenían un director y 20 efectivos con unos requisitos de acceso: tener más de 20 y menos de 50 años, «gozar de buena salud», ser maestro u oficial de varios oficios, y tener buena conducta. Para ser cabo, además de todo eso había que saber leer y escribir. Aquella brigada era todavía un grupo de voluntarios, que podían darse de baja en cualquier momento «salvo cuando fuesen llamados a un incendio o estuviesen ocupados en su extinción», dice el reglamento.

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