El 22 de septiembre de 2024 comenzó el principio del fin del mayor imperio que ha dominado la Premier League. Rodrigo se rompió la rodilla en un partido contra el Arsenal y el City no solo perdió un jugador titular. Se le fue su pilar maestro, ese que mantenía a flote a un equipo que comenzaba a dar señales de que demandaba una renovación. De sopetón, la dinastía que Pep Guardiola construyó en elEtihad, se vino abajo.
Y es que, aunque parezca mentira, el principal síntoma de que los 'skyblue' estén protagonizando la peor temporada desde que el catalán llegó al cargo es la ausencia del mediocentro español. El actual Balón de Oro era el pegamento que todo lo unía. Además de ser el único pivote puro de toda la plantilla, liberaba a sus acompañantes en la medular. Ya fuera Gündogan, Kovacic, Bernardo Silva o Stones, todos podían ofrecer su mejor versión porque a su lado estaba el mejor 'guardaespaldas' de Europa.
El castillo de naipes de Guardiola comenzó a venirse abajo desde el centro. Como si de una onda expansiva se tratase, todo cuanto rodeaba a Rodrigo empezó a derrumbarse sin él.
Los resultados inmediatos sirvieron de parche. El Manchester City empató con el Newcastle y ganó a Fulham, Wolverhampton,Southampton, Slovan de Bratislava, Sparta de Praga y Watford.
Pero esos marcadores favorables camuflaron algo que el juego del equipo reveló. Los duelos ante los 'Wolves', los 'Cottagers' y los 'Saints' estuvieron marcados por una versión un tanto desnaturalizada del bloque 'citizen'. En transición sufrieron mucho y solo el desacierto de los Adama Traoré, Strand Larssen o Archer de turno impidió que lo que todo parecía de color de rosas se revelara como el verdadero problema que existía.
Algo que no tardó en pasar. El Bournemouth de Iraola les metió mano (2-1). A los 'Cherries' le siguieron el Brighton (2-1), el Tottenham (0-4 y 2-1), el Liverpool (2-0), el United (1-2), el Aston Villa (2-1), el Sporting de Portugal (4-1), la Juventus (2-0), el PSG (4-2) y el Arsenal (5-1). Desde el 2 de noviembre de 2024, el bloque inglés sufrió 11 derrotas, en las que encajó 30 goles. La máquina perfecta se rompió.
La lucha por la Premier pasó a ser realmente por meterse en la Liga de Campeones de cara al año que viene y en la Champions todo se derrumbó cuando el Real Madrid pasó por encima de la que otrora fue su némesis en el torneo en el 'play-off' de acceso a octavos.
Carencias
Aunque el origen y principal factor que generó esta situación fue la lesión de Rodri, ese hecho no hizo más que descubrir las muchas carencias que tenía un equipo que no acometió una renovación mientras estaba en la cresta de la ola.
El City, pese a la fama bien ganada que tiene de ser un club que se gasta millonadas en fichajes, llevaba varios mercados dando beneficios netos. Tan solo llegaron jugadores que, en su gran mayoría, no han explotado, como son los casos de Kovacic o Doku.
El bloque que hace dos años le dio su primera Orejona a la entidad pasa ya de la treintena (Ederson, Stones, Aké, Gündogan, De Bruyne y Bernando Silva). Por el camino, además, se han perdido piezas y roles que no se han reemplazado, como son los casos de Mahrez y Julián Álvarez. Además, otros futbolistas que llegaron a despuntar, ahora están en baja forma, como puede ser Jack Grealish, Rúben Dias o Gvardiol.
Con todo ese zumo en la coctelera, nos plantamos en las consecuencias en el juego. El City ha perdido las piezas, y por ello los automatismos, que le permitían llevar a cabo una presión asfixiante. Eso ha derivado directamente en goles en contra por fallos individuales y situaciones mal gestionadas atrás, con derrotas que redujeron al mínimo la confianza del equipo.
Con la moral por los suelos, la tripa llena de títulos pasados, la motivación baja y el temor a ser descosidos a la mínima, el balón, ese amigo inseparable de Guardiola, le dio la espalda.