El fuego se ha vuelto a cebar con Galicia, de nuevo con desalojos, carreteras cortadas y un punto especialmente preocupante, el incendio de Verín (Ourense), que ha arrasado 600 de las 1.000 hectáreas quemadas entre todos los incendios sin extinguir y que se originó con diez focos diferentes y simultáneos.
Si bien la evolución es favorable, al menos por ahora, la Xunta ha optado por mantener la situación 2 por proximidad de la nube de humo a núcleos habitados y, tanto las altas temperaturas como los efectos del viento, preocupan.
Con la comunidad aún recuperándose de dos voraces incendios de julio, los de Folgoso do Courel (Lugo) y Carballeda de Valdeorras (Ourense), con millares de hectáreas arrasadas, otros dos nuevos fuegos han hecho saltar en este recién iniciado agosto todas las alarmas en la provincia de Ourense, pero también en la de Pontevedra, reviviendo de este modo la pesadilla de la ola de hace tres semanas.
El incendio de Verín comenzó a las cuatro de la tarde del pasado miércoles con una decena de focos, obligando a cortar al tráfico la autovía de las Rías Baixas de la A-52 y también la Nacional, aunque la circulación pudo ser restablecida, con mucho esfuerzo, pocas horas después.
"Se levantaron unas llamas enormes y pasó lo peor que podía pasar", ha comentado este jueves a Efe Isaac Chamín, que vio cómo las llamas engullían decenas de vehículos, algunos históricos, que tenía guardados en su nave de Ábedes, en Verín, sin que pudiese hacer nada.
Con la situación algo más tranquila, muchos afectados, como él mismo, todavía con el chisporreteo en su mente y la tos áspera, se acercaron esta jornada a sus propiedades para allí comprobar los efectos del fuego.
En los bares de la localidad, es el tema de conversación. No hay otro.
Según cuenta Chamín, todo fue cuestión de poco tiempo. "Cuando empezó a arder toda la zona de pinares ya me tuve que ir, no se podía hacer nada. Había llamas de veinte metros y ahí ya vi que o me iba o no salía de allí", relata compungido.
La estampa esta mañana en su nave era la de coches calcinados, la estructura derruida, el tejado hundido y el terreno teñido de negro.
Entre la flota de vehículos que hace unas horas lucía flamante, había tractores, porta-coches, furgonetas, camiones pequeños... Y, ahora, todo lo ha perdido. El momento, grabado en su mente, es de los que queman la retina.
El único problema, a su juicio, según relata en el día después, era el de la necesidad de más medios de extinción cuando empezó a arder.
"Pienso que con una motobomba que fuera regando los fuegos pequeños esto habría sido menos grave, pues la finca -muestra la suya- está más o menos limpia".
Como Isaac, también un padre y un hijo, que han optado por preservar su anonimato, refieren la complicada situación que se vivió la víspera en la localidad, dado el importante número de focos y, en especial, lo mismo que ahora preocupa, el viento, que provocó una propagación a velocidad de vértigo.
Las llamas también dejaron daños materiales de poca entidad en la fábrica de Aguas de Sousas.
Tanto la Consellería de Medio Rural como el alcalde de Verín, Gerardo Seoane, siguen apuntando a una clara "intencionalidad" detrás de algunos de los últimos incendios registrados en Galicia, con diferentes focos simultáneos y en distintas horas, justo cuando no pueden actuar los medios aéreos.
Los primeros focos se registraron en Verín, por ejemplo, según ha trasladado el Gobierno gallego, a muy poca distancia de las casas, para que todos los medios de extinción se trasladasen ahí con el objetivo de proteger a las personas. Y ya después empezaron en otros puntos de difícil acceso.
Bregar contra la adversidad está siendo harto complicado por culpa de los "incendiarios", ha afirmado directamente el encargado de Medio Rural en la Xunta, José González.
En la provincia de Pontevedra las miradas están en la localidad de Arbo, donde, como en Verín, fue decretada la situación 2 por la proximidad del fuego a las casas y a un polígono industrial.
En la actualidad, permanece activo el incendio en la parroquia de A Barcela, que afecta a 70 hectáreas, mientras que la Xunta ha dado por estabilizado otro fuego en esta misma zona, que calcinó 400 hectáreas en Mourentán.
El incendio registrado en Ponteareas también está controlado, tras haber quemado 20 hectáreas.
Los incendios de Arbo y Verín provocaron la movilización de efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y, en el caso de Verín, también de bomberos portugueses.
En la actualidad, evolucionan favorablemente, todo dicho desde la prudencia, mientras los medios de extinción siguen trabajando sin descanso en ambas zonas para tratar de sofocarlos definitivamente.
Los brigadistas se fajan con las llamas, de distinta intensidad y altura.
Los vecinos hablan con dolor y rabia de lo sucedido. También con gran impotencia, al ver que fuegos, en apariencia provocados como el de Verín, donde está en marcha una investigación, se tragan la vegetación y crecen por momentos con las fluctuantes rachas de viento.