La buena noticia es que el tirano Bashar al Asad ha sido "derrocado" y ojalá a ese derrocamiento le siga una etapa en la que los sirios recobren de verdad la libertad.
Les confieso que, por un momento, llegué a creer que nuestro Presidente Pedro Sánchez, y sus socios de Sumar-Podemos y demás familias a su izquierda, habrían corrido raudos a presentar demandas ante la Corte Internacional de Justicia contra el terrible Bashar al Asad.
Pero no. Las cárceles clandestinas, los asesinatos, torturas y demás violaciones de los derechos humanos no parecen haber conmovido a nuestro equipo gobernante que prefiere o no decir nada, o decir poco, y sobre todo mirar hacia otro lado.
Nada de pedir que la Justicia detenga a Bashar al Asad y sus compinches con los que ha gobernado Siria. No, no parecen conmovidos por lo que cuentan de lo que sucedía en la prisión de Sednaya, a la que se califica como "un matadero humano".
Esa y otras cárceles secretas bajo tierra que más parecen la antesala del infierno, donde quienes eran arrestados sufrían torturas terribles.
Ni una manifestación, ni una protesta, nada que indique que sienten una pizca de horror por lo que venía sucediendo en Siria, algo que conocía de sobra la comunidad internacional, aunque ahora los líderes políticos se hagan de nuevas. Incluidos los nuestros.
No me canso de decir que la política internacional es un túmulo de hipocresía donde los líderes democráticos actúan con un cinismo inusitado. Se escandalizan cuando les conviene, y miran para otro lado cuando lo que ven no les conviene denunciarlo porque pone en riesgo sus intereses.
A mí, tanto cinismo me resulta insoportable y por eso no dejo de preguntarme qué pasos va a dar la comunidad internacional ante la nueva situación en Siria, habida cuenta que quienes han derrocado al dictador son, en su gran mayoría, grupos relacionados con el yihadismo.
Es decir, está por ver qué va a suceder a partir del triunfo incontestable de Abu Mohamed al Julani, quien por cierto Estados Unidos y Naciones Unidas le tenían incluido en su lista de terroristas peligrosos.
Me temo que ahora los mandamases de Naciones Unidas, la Unión Europea y la Administración Biden seguida de la Trump, se hagan los distraídos hasta ver qué pasos va dando Al Yulani.
Me gustaría ser optimista y, por tanto, instalarme no solo en la alegría del derrocamiento del dictador Bashar al Asad, en este caso se puede decir que de tal palo tal astilla, porque este Bashar al Asad había recibido lecciones particulares, de lo que es ser un dictador de su padre, Háfed al Ásad.
Pero ¿y ahora? Esa es la incógnita, si Siria no solo ha sido liberada de un monstruo, sino que además se va a iniciar una nueva etapa en la que el país encuentre la paz interna y pueda caminar hacia la democracia. Ojalá mientras tanto nuestros dirigentes políticos, sin ningún rubor, callan. Parece que su sensibilidad ante las violaciones de los derechos humanos depende de quien las perpetre. A esto se le llama hipocresía. Ni más ni menos.