Ana María López Navajas es la flamante ganadora, con El abuelo, de la sexta edición del concurso internacional de haibun en castellano Albacete, ciudad de la cuchillería. La autora y docente comentó a La Tribuna de Albacete sus sensaciones ante este premio, así como sus proyectos literarios.
¿Por qué decidió presentarse a este certamen internacional de haibun?
Soy miembro de la AGHA y es importante participar en los concursos y es, además, a veces un impulso para escribir. En ocasiones, si no tienes una meta, no escribes.
¿Cómo es un haibun?
El haibun es una composición literaria que combina prosa y haiku, es como un cuaderno de viaje en el que se toman apuntes y luego escribes. Siempre acompaña uno o dos haikus.
¿Prefiere haiku o haibun?
El haiku es la métrica japonesa originaria, en la que empecé a escribir y con ella llegó el haibun, que pone texto, prosa, a ese instante que surge en el haiku y te deleitas describiendo el momento en el que surge ese instante.
¿Es más difícil escribir sobre la cuchillería?
En mi caso no, he mezclado mis vivencias personales, familiares, con el haiku y el haibun. El título es El abuelo, las vivencias de mi abuelo con unas tijeras de podar y una navaja, almorzando, mientras trabajaba en la viña, en labores agrícolas. No me ha costado nada y, de todas formas, también el Museo de la Cuchillería forma parte, un poco, del trabajo que realizo a nivel profesional, porque mis alumnos en el colegio se han presentado a certámenes infantiles. Conozco el tema.
¿Tienen muchos puntos en común la docencia con la literatura, con el haiku?
En mi caso, tengo un taller de haikus en el Colegio Diocesano desde el 2013. Han ganado certámenes nacionales e internacionales y, desde el área de Lengua, me parece una estrofa, una métrica que les enseña, sobre todo a estructurar y buscar el concepto preciso y concreto. Son muy creativos, les gusta y conectan muy bien con la estrofa y, a nivel de Lengua, es una herramienta que une la percepción con la palabra y, sobre todo, en estos tiempos tan digitales, los centra en el ahora, conectan, que es muy difícil en el alumnado. Me parece una herramienta muy valiosa a nivel escolar.
¿Cómo es ese haibun, El abuelo, con el que ganó?
Es mi abuelo, alguien que forma parte de mis vivencias, pero podría ser el abuelo de cualquiera, de todos, ese abuelo agricultor de los años 40, 50, cuando todo se hacía artesanalmente, a mano. La agricultura, en este caso la viña, formaba parte del patrimonio familiar, no solo del económico, porque todos formábamos parte. Es el recorrido por el crecimiento, en un año, desde que florece la viña, se poda, hasta que se recoge la uva, relacionado con las tijeras de poda, claro, porque ahora es de otra forma, pero entonces se hacía todo a mano, con toda la familia formando parte de esa recogida. Algo que puede formar parte de la vida de mucha gente de Castilla-La Mancha y de Albacete, en mi caso.
¿Otro premio más o este es diferente?
Todos lo son. Tengo algunos, incluso, excepcionalmente alguno en Japón. También hay otros internacionales, en Cuba o México. Este sí fu especial, inesperado, porque no escribo mucho haibun, y porque, realmente, sólo pretendía participar y no pensaba más allá, en un premio. Es un reconocimiento que acoges con mucho cariño, por esa conexión que tengo con el Museo de la Cuchillería, a través del alumnado. Me ha gustado mucho.
¿Seguirá por esta línea?
Sí que participaré en otros concursos, porque es una manera de motivarte y alguna cosa más haré.
¿Habrá publicación de estos trabajos?
Creo que sí, porque hasta ahora se ha venido haciendo. Imagino que se publicará algún libro con los ganadores y los finalistas.
¿Cambiará de género?
Puedo escribir poesía, pero la conexión es con el haiku. Es una estrofa que vino a mí, no la busqué. Desde luego, la AGHA forma parte de mi camino y seguiré con el haiku, aunque una vez que escribes, puedes inclinarte con otros géneros.