Borges, el gran cuentista

J. Villahizán (SPC)
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El bonaerense es el creador de una novedosa literatura fantástica, una mezcla perfecta entre imaginación desbordante y realidad metafísica, en donde el tiempo y la ficción cobran su propia vida

Borges, el gran cuentista

El maestro Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986),  fue uno de esos escritores que mantuvo cierto equilibrio entre la alta cultura y la literatura popular. Un malabarista de las letras que abordó como nadie géneros tan dispares como el ensayo, la poesía y sobre todo el relato corto, con el que triunfó con historias policíacas que bebían de fuentes filosóficas o  con tramas fantásticas basadas en criterios matemáticos. Este año, el mundo se rinde ante uno de los más grandes escritores latinoamericanos en el 125 aniversario de su nacimiento.

Solía decir que no escribía novelas porque no quería irse por las ramas, él prefería concentrar su esencia en unas pocas páginas. Y así surgieron sus cuentos, unas maravillas que alzaron al bonaerense como uno de los mejores escritores del siglo XX en lengua española a pesar de no lograr su ansiado Premio Nobel.

Borges lleva la ficción al rango de fantasía y reduce la metafísica a un mero relato, y con esos asombrosos mimbres logra crear una nueva literatura fantástica, un estilo que marcará para siempre las letras latinoamericanas.

Nadie discute ya que el cuentista de Buenos Aires estableció nuevos parámetros para sus pequeños relatos. De tal forma que la ficción parecía realidad y la más cruel de las situaciones poseía cierto halo de leyenda. Un nudo borgiano desconcertante, en ocasiones, pero de una talla literaria impecable.  

Los temas y motivos de sus textos son recurrentes y obsesivos: el tiempo (circular, ilusorio o inconcebible), los espejos, los libros imaginarios, los laberintos o la búsqueda del nombre de los nombres. Lo fantástico en sus ficciones siempre se vincula con una alegoría mental, mediante una imaginación razonada muy cercana a lo metafísico.

Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El Hacedor (1960) constituyen sus tres colecciones de relatos de mayor proyección. A pesar de que su obra va dirigida a un público comprometido con la aventura literaria, su fama es universal y es definido como el maestro de la ficción contemporánea. 

Entre sus obras más destacadas sobresale su compendio Historia universal de la infamia, publicada por primera vez en 1935, en donde se encuentra el relato Hombre de la esquina rosada, una historia policíaca narrada por el propio asesino en el arrabal de Buenos Aires.

En Ficciones, libro de cuentos publicado en 1944, sobresale Las ruinas circulares y El milagro secreto. En el primero de ellos un anciano que desembarca en una isla se topa con unas ruinas circulares que están en malas condiciones por un incendio. Su objetivo no es otro que crear un ser humano a través del sueño. En el segundo, el protagonista tiene como deseo crear un ajedrez eterno; él es Jaromir Hladík, un escritor checo que es condenado a muerte por la Gestapo, pero que antes de morir obtiene un regalo divino en forma de tiempo.

No debe olvidarse El Aleph, quizás su libro de cuentos más conocido. Entre sus opúsculos destaca El inmortal, en donde un legionario se convierte en un hombre inmortal al beber de un río milagroso. Tras vivir más de 2.000 años, el soldado admite estar cansado y decide ingerir un brebaje que le devuelva la mortalidad.

El otro relato que lleva el nombre de la recopilación, El Aleph, es considerado una de las mejores obras literarias del siglo XX, en ella el escritor confunde al lector entre lo real y lo ficticio, llevándole a hacerse preguntas existencialistas. Está narrado en primera persona por un personaje también llamado Borges.

Pero no son las únicas narraciones que ha dejado el escritor para la posteridad. En su última etapa publica El informe de Brodie (1970), que consta de 11 cuentos. En ellos, el autor desata lo peor del ser humano en La intrusa, que expone cómo dos hermanos muy unidos se enamoran de la misma mujer.

Finalmente, en El libro de arena, antología publicada en 1975, Borges se encuentra con su yo joven en El otro, donde juega con el recuerdo, la memoria y la reconstrucción de los hechos vividos.

Con seis años

Borges empieza a forjarse a sí mismo desde la corta edad de seis años. Es en esa primera infancia cuando dice a sus padres que quiere ser escritor. Sin ambages y con la idea fija, el pequeño Jorge Luis traduce al español a los nueve años El príncipe feliz, de Oscar Wilde. Desde entonces, el autor no deja de escribir, de leer y de retratar la vida tal y como la siente.

La figura de Jorge Luis Borges no solo es clave en la cultura argentina, sino que lo es para cualquier hispanohablante por la calidad de su obra, por su capacidad para sintetizar pensamientos y filosofía, y por ser uno de los intelectuales más destacados del siglo XX. Además de ser un hábil diestro en el manejo de literatura popular.