Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


No hay paz sin guerra

14/02/2022

Nos dice Zacarías Hernández en el Boletín del IEEES que «el final de la guerra fría supuso el principio de lo que se describió en su momento como una 'pausa estratégica'. La situación permitió a los ejércitos occidentales, siguiendo la estela marcada por los EEUU, pensar sin grandes cortapisas en el futuro del panorama estratégico y de la naturaleza de los conflictos. La situación actual es diferente. El final de los conflictos de Irak y Afganistán, con el consiguiente reajuste de los presupuestos de defensa tras más de diez años de intensas operaciones, parecen marcar el inicio de un cambio estratégico que no está definido por la desaparición de la amenaza principal, sino por razones como el cansancio de las opiniones públicas tras los costes humanos y económicos de las operaciones, la crisis económicas y la necesidad de reducir costes o la creencia en la falta de idoneidad del empleo de las fuerzas armadas para alcanzar los objetivos políticos en escenarios con gran complejidad».
Y es que, a quienes amamos la Paz y entendemos la guerra como una necesidad de defensa nacional cuando ese país es atacado por fuerzas enemigas, sin que tengamos que estar dentro de bloques ideológicos como necesidad de acción, no entendemos el hecho de que haya sociedades, pueblos, aldeas, ciudades, que sin culpa alguna, por razones de malas políticas o políticas imperiales, tengan que romper su armonía ciudadana, su calidad de vida instaurada en esa búsqueda de valores, tanto profesionales como sociales, soportar la muerte y la destrucción de su ciudadanía (hombres, mujeres y niños) para que países poderosos, hombres sin escrúpulos, líderes autoritarios, impongan su postura incondicional, su orgullo de raza y lo hagan por esa voluntad de poder sin razones de ética humana.
Para qué existe la democracia, para qué las libertades sociales conseguidas, para qué todo este esfuerzo donde el derramamiento de sangre permitió la autodeterminación de países oprimidos siempre, para qué los organismos de Paz, donde la solidaridad, la igualdad, el equilibrio, la convivencia son palabras vanas, perdidas en el infierno, si un Putin, un Biden, un Xi Jinping o un King Jong-un deciden que son los que mandan, no solo en sus territorios o países, sino en los propios seres humanos y tienen permiso del Más Allá para cargarse a los que deseen, decidiendo sobre la vida o la muerte, cuando deseen y donde deseen. Nunca habrá Paz si la Guerra no se concibe en el recuerdo.
Atrás quedó Mali, Libia, Yemén, Afganistán, Siria y ahora viene, la pobre Ucrania, porque es necesario continuar para que los poderosos sigan en el poder.