«Encendido por el sol veraniego, y animado por la proximidad de otra corrida de toros -esta vez en Toledo-, dejó en la puerta de Prensa Española su timidez de hortera y su seriedad de oficinista, y recorrió, gozoso, todas nuestras dependencias». El periódico ABC recogió con estas palabras, a mediados de agosto de 1930, la visita a sus instalaciones de Madrid de una de las estrellas cinematográficas más importantes de todos los tiempos, enormemente popular durante la década de los años veinte -precisamente a partir de entonces comenzaría su declive- gracias a títulos como El maquinista de La General (1926). Se llamaba Buster Keaton y era conocido en España como «Cara de palo» o «Pamplinas».
Realizó en 1930 un largo viaje por España acompañado por el actor mexicano-estadounidense Gilbert Roland, prototipo de ‘galán canalla’ y una de las primeras estrellas latinas de Hollywood. Hijo de un torero español, era conocido en sus inicios por el seudónimo de «Luis Alonso» y empezaba a despuntar gracias a sus papeles junto a la actriz Lupe Fuentes. Ambos estuvieron acompañados por sus mujeres, las hermanas Talmadge. Natalie, esposa de Keaton -se divorciarían en 1933-, era también actriz pero llevaba retirada del cine desde 1923. Norma, gran estrella del cine mudo, fue por su parte con quien se inauguró la costumbre de que los actores estamparan en el suelo las huellas de sus manos (en 1927, tres años antes de su visita a España, tropezó sobre una acera de Los Ángeles y tuvo que apoyarse en el cemento fresco).
El viaje que las dos parejas realizaron -y con el que Buster Keaton pretendía conocer el folclore español tras haber protagonizado ya las películas Estrellados, con Raquel Torres, y De frente, marchen, con Conchita Montenegro, ambas dirigidas por Salvador de Alberich- incluyó estancias en ciudades como Santander, Bilbao, Sevilla, Madrid y Barcelona.
«El hombre que no se ríe» -probablemente su apelativo más célebre- también tuvo tiempo para visitar Toledo, tal y como avanzó la crónica de ABC. Se han conservado varias imágenes del acontecimiento, que reproducimos en esta página como aparecieron publicadas en la revista cinematográfica Primer Plano. En ellas puede reconocerse a Keaton y Roland, ambos en traje claro, en un tendido de la Plaza de Toros. El actor asistió a varias corridas en nuestro país y reconoció su interés por la fiesta. No en vano, los aficionados -según Primer Plano- pretendían que contribuyese a fomentar el interés por los toros en Estados Unidos: «Cuando en Norteamérica alguien aluda a la falsa pandereta hispana, Buster Keaton comentará: ‘No, no, lo típico y lo castizo y lo real de esa pandereta, que existe allí como en todos los países del mundo, no es la hembra bravía, la manola que lleva una navaja en la liga, ni el bandido de trabuco y catite, ni el flamenco de los jipíos. Todo eso no existe como determinante del carácter y de las costumbres de España. Lo real, lo castizo y lo típico de esa pandereta, es la orla del torero que ha hecho un arte alegre y colorista de la tragedia’».
El actor estadounidense quedó satisfecho con su experiencia en la ciudad, pues poco después calificó a Toledo como «ciudad de maravilla» y «teatro de España». Incluso llegó a afirmar, según el Diario de Almería, que «en Norteamérica no tenemos esto ni creo que lo podamos tener nunca».