En estos días donde las visitas al cementerio de la capital son incesantes, conviene detenerse en los proyectos y obras de indudable valor artístico elaboradas por destacados arquitectos de finales del XIX y principios del XX para el camposanto albacetense.
La muestra Panteones. Arquitectura para el recuerdo, que se expuso el pasado año en el Colegio Oficial de Arquitectos y puede visitarse de forma virtual en la página web del Archivo Municipal, deja claro que algunas de estas construcciones centenarias merecen contemplarse con atención, no en vano fueron diseñadas por arquitectos de la talla de Tomás Rico Valarino, Justo Millán, Francisco Manuel Martínez Villena, Juan Antonio Peyronnet, Ramón Casas Massó, Julio Carrilero, Agustín Morcillo o Daniel Rubio.
En su inmensa mayoría esas edificaciones se localizan en el patio primero del cementerio, el más antiguo, y está datadas entre 1879, el mismo año en que se inauguró el camposanto, y las décadas de los años 20 y 30 del pasado siglo, siendo encargadas por algunas de las familias de renombre de la época: Juan Roca de Togores, Antonio Matarredona, Gabriel Lodares, Legorburo-Ciller, Ricardo Castro, Ramón Casas, Fernández de Vera, etcétera.
Desde el primer momento de la apertura del nuevo cementerio se comenzó a realizar la venta de parcelas para la construcción de panteones familiares, siguiendo las indicaciones recogidas en el Reglamento, en el momento de adquisición del terreno, lo que llevaba a que muchas vendieran esa parcela pasados unos años y adquirieran otra en un lugar distinto. Fue en junio de 1878 cuando se subastaban las primeras obras para la construcción de este nuevo cementerio, consistentes en realizar la tapia de cerramiento, la verja y las habitaciones para sepulturero y ayudante, bendiciéndose el recinto un año después.
La tipología de los panteones es realmente variada, llamando por ejemplo la atención el porte clásico de la fachada de los GiménezVillena o los Matarredona, obras encargadas al gran arquitecto municipal Julio Carrilero, autor de importantes obras en la ciudad (desde la plaza de toros al Casino Primitivo); las líneas neogóticas aparecen en el panteón de los Ciller, obra de Agustín Morcillo; y el eclecticismo de formas domina en la traza del panteón de los García-Fajardo, un proyecto de otros de los arquitectos emblemáticos de Albacete, Daniel Rubio, autor del Gran Hotel, el templete de la Feria o la Casa de Hortelano.