Abandonados. Éste es el sentir de los agricultores de la Mancha Oriental, en particular, y de los de Castilla-La Mancha, en general, a la vista de los resultados del reciente Consejo Nacional del Agua, según Herminio Molina Abellán, presidente de la Jcrmo y de la Federación de Regantes de Castilla-La Mancha.
Por centrar un poco la cuestión. ¿Qué se ha aprobado en el Consejo del Agua, además del Plan del Tajo?
Pues para empezar no se ha aprobado nada. El Consejo del Agua no es quien aprueba los planes hidrológicos, lo hace el Consejo de Ministros, que es quien envía el texto definitivo al BOE. Lo que hizo es dar su visto bueno a unas propuestas de planes hidrológicos, no solo del Tajo, también del Júcar, el Guadiana o el Segura que todavía pueden sufrir más cambios cuando pasen por La Moncloa, esto no se ha terminado.
En todo caso, ¿qué valoración cabe hacer de este Consejo del Agua?
La valoración es que con tal de ganar la batalla del caudal ecológico del Tajo, nos han dejado de lado, nos hemos visto abandonados. Se han ganado algunas batallas puntuales, hay que reconocerlo, pero el balance general es más que preocupante, como también es preocupante que, una vez más, se quiere hablar sólo de una cuenca, como si los demás no tuviésemos problemas.
¿Cómo quedan las cosas para la Mancha Oriental?
Muy difíciles. En la propuesta de Plan Hidrológico de la Demarcación del Júcar, se mantiene una cláusula que nos aboca a las mismas restricciones del Alto Guadiana. Según esa cláusula, si dos o más demarcaciones comparten una misma masa de agua y en la parte de una de ellas está vigente una declaración de mal estado, hay que extenderla a todo el conjunto. Esto implica que las restricciones que ya se aplican en la masa de aguas subterráneas Rus-Valdelobos, que hace frontera entre el Júcar y el Guadiana, se puedan extender a toda la Mancha Oriental.
¿Les suben a ustedes los caudales ecológicos como al Tajo?
Evidentemente. Si te empeñas en que suban ese caudal a máximos en una cuenca, no puedes oponerte a que se haga lo mismo con las demás, que es lo que está pasando. En el caso concreto del Júcar, entre tres planes hidrológicos, se pasa de 50 hectómetros a 80 y, finalmente, a 114, que es lo que se propone ahora.
Durante este proceso, ustedes también habían expresado su preocupación por las asignaciones.
No cambia nada, en eso tampoco nos han hecho caso. De aquí a 2027, se propone hacer un recorte gradual que llegará a los 70 hectómetros cúbicos, lo que además nos planteará un problema bastante grave, ya que entonces las asignaciones estarán por debajo de los derechos.
¿Cómo quedará la cuenca baja?
Como siempre. Nosotros haremos el esfuerzo, retrocederemos 40 años y ellos, en comparación, harán un esfuerzo mucho menor, entre otras cosas porque lo que ahorremos aquí se irá aguas abajo.
Pero se supone que ese ahorro es para recuperar los ecosistemas.
Eso no va a pasar. Que nosotros retrocedamos 40 años no implica que el río se vaya a quedar como estaba hace 40 años. El grueso del beneficio de este ahorro se irá a otras partes, esto es, a las hidroeléctricas y a los usuarios de la cuenca baja. Que nadie se engañe, no va a haber una recuperación de los niveles de los acuíferos para que las fuentes de antaño vuelvan a fluir, eso es puro pensamiento mágico.
¿Cuál es el panorama para el Alto Guadiana y el Alto Segura?
El mismo o peor. No solo se bloqueará la creación de nuevos regadíos, sino que tampoco se permitirán cambios en las explotaciones que no supongan aumento de superficie y volumen, al menos de acuerdo a los documentos que ahora mismo están sobre la mesa.
¿Qué cabe hacer entonces?
Tenemos que empezar a trabajar en esta región como ya hacen otros, a largo y muy largo plazo. La vía de recurrir los planes ante los tribunales se intentó y agotó pero aún queda otra, que son las propias contradicciones internas de unos planes a los que les sobra ideología y les falta mucho contacto con la realidad. Cuando haya que aplicar sobre el terreno estas propuestas, va a haber un choque brutal con la realidad social, económica y ambiental.