Los medios de comunicación se han hecho eco de que esta semana, concretamente el pasado día 14 se conmemoró el treinta aniversario del nacimiento de Internet. Pero no es así, se conmemoró el nacimiento de la World Wide Web, ese sistema de documentos hipertexto que dio pie a la creación de las páginas web y al primer navegador. ¡Cómo ha cambiado el mundo desde entonces! ¿verdad?
Google se ha propuesto celebrarlo en ese día y lo hizo con un doodle porque fue un momento trascendente, importantísimo para la sociedad de la información, la sociedad contemporánea, de las vanguardias, de los cambios, de la tecnología punta. Lo que sucedió el 12 de marzo de 1989 ha pasado, sin duda, a la historia. Pero no fu porque se creara Internet, cuyos orígenes realmente se remontan a 1969, sino porque tal día como ese 14 pasado, de hace tres décadas, el ingeniero Tim Berners-Lee creó la World Wide Web, o www, el sistema que hizo posible la creación de páginas web y la navegación tal y como la entendemos ahora.
Fue en su despacho del CERN de Bostón, donde este magnífico inventor, desarrolló lo que se acabaría convirtiendo en el primer navegador de Internet y la primera página web de la historia, que fue la del CERN con aquel info.cern.ch, el mismo que todavía hoy puede consultarse en su formato original. Desde luego, Berners-Lee jamás imaginó lo que su invención generaría en el mundo actual, jamás pensó el cambio tan brutal que iba a suponer en la concepción de los valores socio-económicos, y desde luego, morales, políticos, culturales, etc. Podríamos definir el World Wide Web como «una iniciativa de recuperación de información de hipermedia de área amplia, cuyo objetivo es dar acceso universal a un gran universo de documentos», porque este inventor, además de crear esta iniciativa también creo el sistema de hipervínculos y el primer navegador, desarrollando tres protocolos que serían básicos para el funcionamiento de internet: por una parte, el lenguaje html, con el que se crean las páginas web; por otro, las URL, o direcciones para identificar las páginas, y por último, el protocolo Http, que hace posibles enlazar recursos en la web. ¡Una impresionante iniciativa que supuso un bombazo social para el mundo!
Y es que, amigos, así es, porque Internet es mucho más que una tecnología, es un medio de comunicación, de interacción y de organización social. Así de sencillo, porque en este mundo que nos ha tocado vivir, Internet supone la revolución de la revolución, lo moderno de lo moderno, lo último de lo último, y tal vez como decía Al Gore, podemos hasta definirlo como una fuente de gran esperanza para la futura vitalidad de la democracia.
Pero no todo es bueno. El invento del británico Berners-Lee también es utilizado para «la maldad», la «perversión», el «daño moral y psicológico», la «deshumanización del planeta» e incluso, tal y como nos dice Julián Asange, «Internet es una gigantesca máquina al servicio del poder por lo que deberíamos luchar contra esta tendencia y convertirla en un motor de transparencia para el público, no solo para los poderosos».
Ahora sí, ahora vemos que todo lo grande y novedoso, que todo lo más eficaz y maravilloso, tiene ese lado bueno y también tiene ese lado malo, el mismo que hay que cuidar y saber reconducir para que la juventud y la perversión adulta no manipulen, gestionen, provoquen y dañen la vida del ser humano. Es un reto y hay que lograrlo.