Que el presidente del Gobierno tenga dudas no es noticia, porque ha vivido con ellas desde que accedió al poder. O puede que más que exceso de dudas albergue una clamorosa ausencia de certezas. Prueba de ello es que decía una cosa en la campaña electoral y, a continuación, llevaba a cabo todo lo contrario a lo que nos había asegurado.
Entre el largo rosario de afirmaciones falsas están: No subiré los impuestos, no reconoceré la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, no pactaré con Bildu, no indultaré a los presos del procés, traeré a Madrid a Puigdemont para que responda ante la Justicia, hemos creado dos millones de empleos (un millón cien mil), gobernar con Podemos me quitaría el sueño, rebajaré la deuda (hasta la UE está asustada de su crecimiento), siento vergüenza de que un político amnistíe a otro político, ha habido un claro delito de sedición (en Cataluña), ha habido un claro delito de rebelión (en Cataluña), hay más autónomos que nunca, hemos creado empleo de mejor calidad (los fijos discontinuos), la Amnistía traerá concordia, etcétera.
Adolfo Suárez se quejó del maltrato de los medios, pero lo hizo el día que presentó su dimisión, porque las dimisiones no se piensan, ni se amenaza con ella a los amigos o se da esperanzas de gozo a los enemigos. Estoy convencido de que el próximo lunes, Pedro I, el Mentiroso, habrá despejado sus dudas y seguirá siendo primer ministro. Así que me he apostado una cena a que va a dimitir. ¿Y si estoy tan seguro de que no dimitirá, por qué apuesto por lo contrario? Para tener un lunes dulce: si dimite, pagaré una cena, pero estaré feliz de que el mentiroso se haya marchado, y, si se queda, al menos me invitarán a cenar.
De todas formas, si dimitiera, los más disgustados van a ser los sindicatos, que llevan más de un lustro sin organizar una huelga de amplia convocatoria. Y no digamos Yolanda Díaz, a ver con qué futuro gobernante socialista va a ser nombrada vicepresidente tercera, o un tal Santos Cerdán, el interlocutor con el Cobarde Prófugo, y no digamos el Prófugo, que vería la Amnistía metida en un cajón del Congreso.
Pero no creo que haya problemas de ese tipo. Hoy se hablará mucho del partido de de Rafa Nadal, y no creo que hoy las masas enfurecidas hayan asaltado e incendiado las sedes del PP. El lunes saldremos de dudas. Ya decía Balzac que quien se quita las dudas es como si se desprendiera de una venda. Espero que nuestro protagonista, si no ha sido todo un teatrillo, mire a la realidad sin la venda de la soberbia, del egoísmo o del cálculo.