José Manuel Martínez tiene un nuevo libro, en esta ocasión un cuento, Manilo el cocodrilo, dirigido a los más pequeños. El periodista y escritor comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de esta nueva obra, que está disponible en Popular Libros.
¿El primer cuento?
Así es, Manilo el cocodrilo es mi primer cuento, aunque ya escribí anteriormente una novela corta, El culpable no es el mayordomo.
¿Por qué el cambio de novela a cuento para niños?
Digamos que en otra etapa de mi vida me apetecía escribir sobre intriga, sobre este tipo de literatura, fui dándole vueltas a la historia, lo que se suele hacer en estos casos, basándome en mis percepciones, en mi experiencia. El protagonista es un periodista que se va de viaje y, teniendo en cuenta una experiencia personal, comencé a escribir ficción, una novela en la que, como apunta el título, el culpable no es el mayordomo. El periodista, alojado en un hotel en Italia, tiene que descubrir dentro de una amalgama de personajes, quién ha sido el culpable de un asesinato. Es una novela negra, hay un asesinato, alguien muere, pero no hay sangre.
Manilo el cocodrilo supone otro momento en su vida.
Así es, estoy en otro momento de mi vida, precisamente influido por la crianza, ya que tengo dos niñas, de cinco y tres años, y como resulta que estoy más expuesto a la literatura infantil, quise escribir un cuento, que sirviera de ejemplo para ellas. Manilo el cocodrilo es un cuento inclusivo.
Manilo es el protagonista.
Claro, es un cocodrilo que tiene tres patas. Como te decía, es un cuento inclusivo en el que, básicamente hablo de capacidades, más que de discapacidades. A un animal, como a una persona, aunque le falte un miembro o tenga algo diferente puede lograr los mismos resultados que cualquier otra. En la historia, el cocodrilo compite con otros y Manilo gana siempre, aunque tiene la ilusión de marchar a la sabana donde hay una competición y el ganador tiene como premio lanzarse por la cascada mágica y es algo que le llama. Competirá y, aunque está muy bien preparado, no consigue ganar. Al principio sentirá frustración, pero reflexiona sobre lo que ha ocurrido y ve, por ejemplo, que el campeón es un cocodrilo que no tiene lo que él, amigos y felicidad, porque está centrado en competir, en ser el mejor.
No es así para él.
Seguro, porque se da cuenta que lo que le llena es compartir sus diferencias, en su caso con otros cocodrilos diferentes. Sea el primero o el segundo, se da cuenta, que esto no le hace más o menos feliz, es una parte del resultado. Hablamos de que somos diferentes, pero sobre todo, iguales en cuanto a necesidades, a la ilusión por ser feliz.
¿Qué acogida tiene este cuento inclusivo?
La mayoría de los compradores son padres que lo quieren para contárselo a sus hijos pequeños y también ha gustado a niños de cinco, seis años, que lo han leído. Lo que me dicen es que es una historia diferente, la antítesis de El patito feo, es todo lo opuesto, porque aquí lo que valoramos es que Manilo es distinto, no tiene que cambiar de color, ni lograr esa cuarta pata y, siendo lo que es, va a lograr lo que quiere en la vida.
¿Un cuento también pensado en los valores que quiere trasladar?
Por supuesto, es un cuento en el que he pensado lo que quiero trasladar, como valores, como mensaje. Hablo a los niños de capacidad, somos diferentes pero iguales. Lo importante es intentar algo, pero el resultado no es lo principal, no importa que seas, primero o quinto, ya que lo relevante es esforzarte.
¿Influyó el ambiente deportivo en el que se mueve?
Supongo que sí. Al final bebes de tus propias fuentes. Decía que ahora mis actividades giran en torno a la infancia e igual, el deporte es una de mis pasiones y a lo que me dedico profesionalmente y he utilizado la competición como un ejemplo a la hora de transmitir valores, superarte a ti mismo sin compararte con otros.
¿Seguirá este camino, con otro cuento?
Hay ideas para otros cuentos infantiles, pero estoy dando vueltas a otras, también para novela, pero no hay nada cerrado.