«El relevo generacional no se arregla sólo con ayudas»

E.F
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El recién reelegido secretario de UPA-CLM, Julián Morcillo, afirma que «para entrar en el sector agrario, hace falta tener músculo financiero y acceso a la tierra y el agua»

Julián Morcillo, secretario regional de UPA-CLM - Foto: R.S.

Julián Morcillo es un hombre tranquilo, algo que lo convierte en una rara avis en el mundo de las organizaciones agrarias. Es alguien que evita caer en la hipérbole, el verbo apocalíptico, el tono mitinero, la santa indignación o los lamentos en el desierto que son moneda común en muchos dirigentes de su sector, y eso que algunas de las realidades con las que lidia al frente de UPA Castilla-La Mancha son realmente duras.

El caso es que, hace sólo unos días, compañeros suyos llegados de todos los rincones de la comunidad autónoma se reunieron en Toledo para reelegirle por quinta vez como su secretario general. Un mandato al que no le van a faltar retos, algunos de ellos heredados de la etapa que acaba de terminar y de los que habla en esta entrevista.

Como la actualidad manda, habrá que empezar con la lluvia. ¿Estamos cerca del fin de la sequía?

Depende de qué parte de Castilla-La Mancha estemos hablando. Hay zonas donde la lluvia es más o menos habitual y luego está el caso de Albacete, donde todavía tiene que llover mucho más, porque esta provincia ya iba en el cuarto año casi sin lluvias y el déficit acumulado era muy grande. Podemos decir que a nivel general, llueve mucho y llueve bien, continuo, seguido, lo que no quita que tengamos los dos extremos, en Albacete una sequía de varios años  y en Guadalajara y Toledo, desbordamientos, algunas zonas inundadas y los pantanos desembalsando. 

¿Pero es suficiente?

Para los leñosos, esta agua viene muy bien. Con los herbáceos, aún hay que ver si se libran todos o no, porque algunos ya está en una situación muy complicada. La clave está en que las lluvias tengan continuidad y que luego no nos vayamos a los extremos, no vaya a ser que en mayo lleguen los calores y tengamos algún episodio de temperaturas extremas que hagan daño, lo digo sobre todo pensando en el cereal.

Lo que sí es bueno es que se nota una recuperación general de los acuíferos y de los pantanos, sobre todo en estos últimos, porque en algunos embalses de la región se empiezan niveles de agua que llevábamos sin ver en 10 años en esta parte de España.

La sequía fue uno sólo de los frentes del 2024. ¿Hay alguna forma de resumir todo lo que pasó en esos 12 meses?

Si, el 2024 fue un año que comenzó con tantos frentes abiertos que, al final, la gente no pudo más. Llevábamos años complicados sobre todo por el incremento de costes, que ya había movilizaciones en 2023, y a eso se sumó también la situación de sequía, principalmente, en la provincia de Albacete, que puso muchas de las explotaciones al límite. 

Además, algunos sectores clave, pilares de la economía regional, tuvieron sus propios problemas. El vino tiene una situación global muy complicada, unida a un cambio muy fuerte en las preferencias del consumidor, que afecta en especial al vino tinto. En otros sectores, como el olivar, pasaron cosas que no acabamos de entender, hubo una bajada de precios que no fue normal.

¿Qué sucedió en concreto?

¿Con el olivar? La verdad es que no lo acabamos de entender. Veníamos de dos años muy cortos en producción, prácticamente sin de aceite.  España es el primer productor mundial, es más de un tercio de la producción a nivel mundial, así que no se comprenden ni la bajada de precios ni tampoco esa prisa que hubo en vender y sobre todo en vender a precios que hoy están en torno a los cuatro euros, que es un precio muy complicado de asumir para nuestros olivares tradicionales. 

Pero los precios, la sequía y los mercados son sólo parte de la ecuación. La gente salió a la calle por otros motivos, como la burocracia o la falta de relevo generacional.

Si, sin duda. En Castilla-La Mancha, tenemos cerca de 100.000 perceptores de la PAC y este último año, entre la convocatoria del 2023 y la de 2024-2025, se incorporaron al campo unos 1.500 jóvenes y no sin dificultades que al final se pudieron resolver pero sí, en este contexto, 1.500 jóvenes son pocos, no bastan porque el campo envejece de forma cada vez más acusada, lo que es un problema no sólo del campo, sino de toda la región, porque hablamos 'del' sector,  del pilar de la economía de Castilla-La Mancha, del 18% del PIB regional, nada menos.

¿Qué falla?

Más bien qué falta, porque el relevo generacional en el campo no se va a arreglar sólo a base de dar ayudas a los jóvenes,  para entrar en el sector hace falta tener músculo financiero y acceso a la tierra y el agua. A pesar de las ayudas, que son necesarias, la inversión necesaria para incorporarse al sector es fuerte, y además del dinero, tienes los cuellos de botella de tener garantizadas la tierra y agua, sin ellas  es imposible entrar.

Pero ¿cómo es posible que no encuentren financiación, si la inversión en el sector es más alta que nunca?

Ya, pero ¿quién invierte y en qué tipo de agricultura se invierte? Nosotros  defendemos que hay que centrar los apoyos y las ayudas en la agricultura familiar, que es la que nunca se deslocaliza, la que mantiene la actividad económica en los pueblos, la población y, no lo olvidemos, protege el medio ambiente. Por eso, para UPAes tan importante la Ley de Agricultura Familiar que ahora está en período de consulta pública, por eso celebramos la aprobación de la Ley regional en este terreno, que fue pionera en toda España, o por eso nos interesa tanto el giro que representan los documentos preliminares de la PAC, que hablan de hacer una PAC más simple y más justa, que centre las ayudas y los apoyos en el modelo de explotación que nosotros defendemos. 

Bueno, entonces sáqueme de la duda, ¿quien invierte?

El año 2024 también ha sido el año de la entrada de los fondos de inversión en la agricultura o, más bien,  el año en que se ha hecho notar su entrada. Sólo les interesa la rentabilidad económica a gran escala y entran con unos modelos de negocio que funcionan a niveles inaccesibles  para las explotaciones familiares, como por ejemplo comprar parcelas de secano para hacer negocio en el mercado de derechos del CO2, un mercado que está cerrado para el pequeño y mediano agricultor.

¿Dónde se asientan?

Sin ir más lejos en mi propio pueblo, en Munera. Hace nada, me contaban que acababan de comprar 100 hectáreas para este tipo de negocio. Compran secanos que para un agricultor normal no son rentables porque no les salen las cuentas, ni con cereales ni con leñosos, y los dedican a cultivos, o a reforestar, para convertirlos en sumideros de CO2  y vender los derechos que generan a grandes industrias contaminantes.  Como ellos sí tienen acceso a esos grandes mercados de emisiones sí que pueden sacar una rentabilidad que un agricultor familiar no puede ni soñar. Por eso están pagando esas cantidades y están quedándose con mucha tierra, porque está a su disposición, ellos sí que pueden pagar 5.000 euros por hectáreas y hacer negocio, pero nosotros no.

¿Cómo se puede sobrevivir en un escenario así?

No se trata de sobrevivir, sino de convivir, puede y debe haber sitio para todos, de ahí viene nuestra principal demanda en torno a la Ley de Agricultura Familiar y de la propia PAC, que consiste en concentrar las ayudas públicas en los pequeños, que son los que de veras las necesitan para mantener vivo el medio rural. Lo que no se entiende es que si tienes acceso a unos mercados e instrumentos inalcanzables para un mortal encima cobres la PAC. Si tienes acceso a esos recursos me parece bien, pero a mí déjame vivir, que también cumplo mi función, por ejemplo para fijar población.

Volvamos a las movilizaciones de 2024.  Al final, tras las fotos de miles y miles de tractores ¿qué quedó?

Cuando la gente se tira a la carretera es porque hay problemas, y el principal problema es la falta de rentabilidad de las explotaciones. Había mucho hartazgo, porque el agricultor y al ganadero no sólo tenían que lidiar con la bajada de precios en origen y la subida de los costes, es que además veían que lo único que les llegaba de las instituciones, de sus gobiernos, era una carga burocrática, sobre todo en el terreno medioambiental, que ni les dejaba competir en igualdad ni tampoco daba los resultados esperados.

¿Es que ustedes también se apuntan al revisionismo ambiental?

De ninguna manera, lo que decimos es que a la hora de diseñar la normativa ambiental, hay que hacerlo teniendo en cuenta lo que pasa sobre el terreno. Vamos a ver, sabemos que el 10-15% de las explotaciones agrarias de España concentran más del 60% de la superficie agraria, y eso si tiramos por lo bajo, porque es posible que la cifra real ya se acerque  al 80%. El resto, y hablamos del 80 u 85% de las explotaciones, se reparten lo que queda, ¿ y les vamos a exigir lo mismo, cuando el impacto de lo que hacen es mucho menor? Ojo, que no decimos que no haya que dejar de proteger el medio ambiente, sólo defendemos que debe haber una cierta escala, una cierta proporción, ajustar los niveles de exigencia  al impacto real de cada uno, sólo eso. Dicho de otra forma, que a mayor impacto, más exigencia.

Pero este argumento no se escuchó en la época de las tractoradas.

Las tractoradas del 2024, como las del 2021, fueron la expresión legítima de una indignación que era muy real. Pero ganar la calle es sólo el primer paso, al final, te tienes que sentar con el ministro, con los consejeros de Agricultura, con los técnicos y entonces tienes que ir con propuestas, con alternativas, con medidas y por supuesto con la lección muy bien preparada. Si no, sales con las manos vacías y eso sólo genera frustración. Por eso firmamos las 43 medidas con el Ministerio, que nos costaron un aluvión de críticas, pero es que, aparte de esas 43 medidas, ¿qué  otras alternativas se pusieron sobre la mesa? Ninguna.

¿Y han bastado?

Fueron un primer paso hacia adelante y, en algunos casos concretos, había y hay medidas pioneras. Algunas ya se saben, como flexibilizar la PAC, ayudas al gasoil, rebaja de módulos, sanidad animal, pero a mí me sorprende mucho que, ahora que está tan de moda hablar de aranceles, nadie destaque que e entre las 43 medidas había un cambio muy profundo de los sistemas aduaneros, para entre otras cosas mejorar los controles de lo que llega al país.

Ya que salen las exportaciones, ¿quién teme al Trump feroz?  ¿Temen ustedes un arancel del 200% sobre el vino?

Con Trump hay que tener mucha preocupación pero también la cabeza muy fría. Es un señor al que cada mañana se le ocurre una cosa distinta y que, muchas veces, dice una  cosa y hace otra. Ya hemos lidiado con él, ya hubo aranceles y, aunque hubo dificultades y obstáculos, al final se superaron, por ejemplo embotellando en los propios Estados Unidos. Además, hace 10 años la cartera de clientes de nuestra industria agroalimentaria no estaba tan diversificada como ahora, fue justo durante la primera presidencia de Trump cuando el sector agroalimentario se lanzó a buscar nuevos mercados y las cifras están ahí. Ahora mismo, a Estados Unidos, Castilla-La Mancha exporta unos 300 y pico millones de euros de todos los sectores; del sector agrario, hablamos de un 10%, eso son unos 30 millones pero, ¿sabe usted cuánto exporta Castilla-La Mancha a todo el mundo?  Unos 10.700 millones de euros, de los que 3.500 son del sector agroalimentario, si no recuerdo mal.

Para terminar, ¿cómo es que se habla tanto de la agricultura y tan poco de la ganadería?

Yo también me lo pregunto, porque por si no lo sabe o no se acuerda, el primer sector económico del sector agrario es el porcino. Para Castilla-La Mancha, sobre todo en el tema de las exportaciones, el porcino tiene un peso enorme y no es el único sector a tener en cuenta. Está el sector avícola, está el ovino de leche con DOP, en esta región también tenemos zonas con vacuno, aunque aquí casi siempre pensamos en el ovino y el caprino al hablar del ganado. Hay sectores potentes y dinámicos que también luchan para adaptarse a la realidad, que en muchos aspectos, como es el tema del relevo generacional o el encarecimiento de los piensos, lo pasan igual de mal que sus compañeros del sector agrario, a veces hasta peor.