Tal y como estaba previsto los trabajos de derribo de las viviendas de la Renfe se iniciaron ayer por la tarde, cuando pasadas las 16 horas hacía acto de presencia en el barrio La Milagrosa una excavadora hidráulica para proceder al derribo del inmueble, una vez el lunes por la mañana a primera hora efectivos de la Policía Nacional irrumpían en uno de los pocos pisos que de nuevo había sido ocupado por personas sin techo para proceder a su desalojo definitivo. Las pocas personas que todavía quedaban en las inmediaciones del edificio a derribar tras ser desalojadas han pasado a la noche en la intemperie justo detrás de la Casa de la Cultura José Saramago.

Vecinos de etnia gitana esperaban con expectación la llegada de las máquinas y el inicio del derribo totalmente controlado por los operarios de la empresa adjudicataria del contrato, ya que no ha sido necesario cortar la calle sino que con el vallado del perímetro ha sido suficiente para atajar los escombros del derrumbe.

Estos trabajos seguirán durante varios días hasta que se complete la demolición de las 64 viviendas de la Renfe, 52 de ellas de titularidad municipal.

A pesar de las medidas de seguridad adoptadas en días pasados, con el refuerzo de la presencia policial, ante la previsión de que este derribo pudiera ocasionar problemas de inseguridad en el vecindario, ayer por la tarde no fue necesaria la presencia de los agentes de la Policía Nacional porque la primera parada de este derribo transcurrió con normalidad. Eso sí, no faltaron algunas quejas vecinales sobre la falta de preaviso del desalojo para la familia del pastor, con su mujer embarazada y varios  menores más a su cargo, que tenían como hogar el bajo que antes fue una farmacia.

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