Cerrada la Puerta de Hierros toca toparse contigo, septiembre ordenado. Aunque cierto es que apenas te quedan 12 cartuchos, es hoy cuando los albacetenses aterrizamos en ti.
No sé cómo llevas tu fama de mes antipático, seguro que a estas alturas de tu vida te importa muy poco que digan de ti cosas como que «eres el lunes de los meses» o que «generas las mismas sensaciones que un domingo por la tarde».
Cierto es que das un poco de pereza y te empeñas en presentarte ante nosotros como una montaña vista desde su valle anejo. Eres el botón off de los días que vivimos sin reloj. Te regodeas cortándonos el rollo, apagando el verano y la feria, menguando luz a nuestros días y bajando la temperatura del termostato.
Y ahora ¿qué? Ahora a aguantar los folletos que buzonean con las ofertas de la vuelta al cole, a torturarnos con los soporíferos anuncios de colecciones surrealistas (dedales del mundo, miniaturas del ferrocarril....), no me extraña que muchos pidan tu cabeza servida en una bandeja de plata.
Pero yo, que soy abogada de causas difíciles, te entiendo, te apoyo y hasta te quiero un poquito. Me traes el espacio donde mejor me desenvuelvo y más cómoda me encuentro, mi rutina. Organizas mi agenda, me pones y me impones normas. Coges cita con mi horario y pones de patitas en la calle a mi anarquía, que, despreocupada, okupó mi vida las últimas semanas.
Me regalas el naranja del otoño.
Vienes cargado de oportunidades, nos brindas comienzos esperanzadores, sorteas retos y nos ilusionas con proyectos antiguos. Eres un mes serio, pero en el fondo lo que pretendes es velar por nuestra estabilidad. Disciplina de la buena. Serenidad.