Los toros de Victorino Martín no le regalaron nada a nadie

Pedro Belmonte
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La Feria Taurina de la capital terminó con una complicada corrida del ganadero madrileño, con la mayoría de astados que hicieron sacar a las cuadrillas lo mejor en una tarde difícil

Un buen puyazo de Dani López al sexto de la tarde. - Foto: Rubén Serrallé

Seis auténticos regalos de feria fueron los toros que cerraron la feria taurina de este año 2024. 

Dos de ellos dieron alguna opción a los toreros, aunque con muchos matices, pues había que involucrarse mucho con las embestidas y no siempre los resultados eran los esperados. 

En casos así, las cuadrillas sacan a relucir el oficio y profesionalidad, sustituyendo el lucimiento por la efectividad, la brevedad y facilitar las cosas a su matador, además de que su pundonor les impide salirse de la lidia y han de estar muy metidos y pendientes para cualquier detalle o momento en que tengan que intervenir en apoyo de sus compañeros.

No se vieron grandes pares de banderillas vistosos, pero si pudimos ver a toreros de plata llegándoles mucho a los toros, restando seguridad y con los cinco sentidos puesto para ponerse a buen recaudo, ya que apretaron hacia dentro de forma peligrosa algunos toros y lo peor, que en banderillas esperaban la llegada del palitroquero intentándolos cazar en cuando salieran del par. 

Tengo que hablar del tercio de varas, en el que brillaron tres picadores de la tierra, dos de ellos ovacionados cuando abandonaban el ruedo. Ricardo Romero, recetó un gran puyazo al tercero de la tarde, cogiéndolo de largo y aguantando la embestida que fue por abajo. 

Decíamos el otro día que Cristian Romero, que ha brillado en esta feria, había tenido un gran maestro, su padre Ricardo o Richar como se le conoce en el mundo del toro y ayer, demostró el padre por donde han venido esas enseñanzas. 

En el sexto, toro, el último de la feria, también se fue ovacionado otro gran varilarguero albacetense Daniel López, que además de coger muy bien al toro, le aguantó sin enmendarse la descompuesta y mansurrona embestida, llevándose otra gran ovación cuando abandonó el ruedo. 

También brilló sobre el caballo otro picador albacetense, Agustín Moreno que además también, de traer al toro cogido en su sitio, aguantó sin enmienda la embestida del quinto, un toro que embistió al peto fijo, pero con la cara alta.

Caballos. El resto de los puyazos también fueron eficaces, pero quería resaltar, por otro lado, los tres mejores de la tarde, que además fueron protagonizados por picadores de la tierra, lo que nos hace sentirnos orgullosos de una escuela, que comenzó el Pimpi y que la siguen con honra y brillantez un puñado de picadores. 

En cuanto a las lidias, se pusieron complicados los albaserradas para poder dominarlos, y destacaría una magistral lidia de Fernando Casanova al tercero de la tarde, suave y largo a un toro que no se lo puso fácil.

Y no puedo dejar de nombrar a esa gran cuadra de caballos de picar que gestiona magistralmente Oscar Cantos, que hacía y seguro que ahora lo hará en el cielo, sentirse orgulloso al fundador de la saga, Juan Cantos Pimpi de Albacete, porque han estado fabulosos, aguantando todas las embestidas y especialmente a ese Rociero que ya casi está recuperado y queriendo salir a la plaza tras aquella gran cornada que, como es conocido, sufrió en el cuello.  Una ovación cerrada para la cuadra y ese gran grupo de monosabios.