Que el Albacete está ofreciendo malas sensaciones apenas puede ya disimularse. El último partido frente al Córdoba, un conjunto que también deberá mejorar, y mucho, para mantener la categoría, incrementó en un punto más la preocupación por mucho que solo se haya disputado un quinto de la liga en Segunda División.
Los blancos acaban de transitar por una fase suave de la competición frente a sendos adversarios en apuros. Obtuvieron una goleada a última en Ferrol (1-4) con la que disipar, se decía, las dudas creadas por tres derrotas consecutivas, aunque a renglón seguido llegó el auténtico jarro de agua fría que supuso la goleada encajada en el Carlos Belmonte por un Deportivo que por aquel entonces se movía en las turbulentas aguas de los puestos de descenso.
El último episodio llegó el pasado domingo, cuando no se pasó del empate frente al Córdoba, otro ascendido, en el segundo compromiso consecutivo en casa. Un punto en dos jornadas propicias para mucho más.
Pasado ese valle, llega una fase de la competición en la que se empina y mucho el terreno. De entrada, el próximo domingo el Albacete deberá visitar al crecido Huesca en El Alcoraz, donde ha cimentado su segunda posición en la tabla con tres victorias y una derrota ante su público.
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