Expovicaman ha vuelto. Y lo ha hecho por todo lo alto a tenor del resultado obtenido en cuanto a convocatoria del sector y la afluencia de público registrada en estos últimos días, a falta de rematar la jornada de hoy. Todo son parabienes para la ciudad que volvió a ser el centro del sector primario de Castilla-La Mancha y de las provincias limítrofes tras unos años en los que la pandemia de Covid-19 por un lado, y las excusas institucionales por otro, impidieron su celebración. Ahora, en 2024, comienza una nueva etapa en Expovicaman y en la ciudad. Es el punto de partida para recuperar el terreno perdido y la ubicación tradicional, en el Recinto Ferial, que hace de esta feria una cita atractiva para el sector y la sociedad en general. Y ahí reside la disyuntiva que se tiene que plantear el Ayuntamiento y la IFAB para años venideros. ¿Queremos una feria profesional o una feria popular?
Después de la experiencia de este año en el recinto ferial, Expovicaman da para todo, pero hay que acotarlo. En citas similares, la organización dedica unas jornadas para que los profesionales del sector puedan hacer su negocio, y otras, en las que las puertas están abiertas para que todo el público pueda disfrutar de la feria. Y el ejemplo lo viví con mis propios ojos estos días. En un expositor, un comercial explicaba su producto a un posible cliente. En la operación estaban en juego varios miles de euros cuando, de repente, una pareja que lucía sendos sombreros de paja interrumpió la conversación profesional y le inquirió al comercial: «¿Aquí que dais bolígrafos o gorras?». Pues, señores, como en el chiste de las setas y los Rolex: ¿A qué estamos... a gorras o a euros? Es el momento propicio para decidirlo.