Esta semana fue trágica en la provincia en cuanto a siniestralidad laboral se refiere, ya que los accidentes en el trabajo se sucedieron uno tras otro, aunque el de más gravedad fue el del empleado por un infarto en una empresa alimentaria de Villarrobledo. Además, hubo siniestros in itinere, una amputación de una mano en una compañía de aluminio y otros que, por fortuna, quedaron en un susto y heridas mucho más leves. El caso es que la siniestralidad se disparó a lo largo de esta semana y encendió todas las alarmas de los sindicatos que, como es ya habitual cuando hay un fallecido en su puesto de trabajo en la provincia, se manifestaron a las puertas de la Confederación de Empresarios de Albacete (FEDA) como señal de protesta.
Los accidentes laborales son una de las lacras del sistema productivo en el que vivimos en el mundo occidental. A diario se producen siniestros de diversa consideración que deben hacer reflexionar a todos los involucrados sobre las causas que provocan que trabajadores pierdan su vida o que tengan secuelas el resto de su existencia. La demonización de los empresarios por parte de los sindicatos estará justificada en aquellos casos en los que se demuestre que la verdadera causa del siniestro procede de una mala organización del trabajo o de la ausencia de medios de prevención laboral por parte del empleador, pero atribuir por sistema la responsabilidad de muertes o de accidentes graves al empresariado, como mínimo, no es justo. En ningún ámbito de la vida, la generalización nunca es ecuánime. Eso sí, si se demuestra que la causa del siniestro laboral es atribuible a la patronal, que todo el peso de la ley caiga sobre ella, porque nadie debe perder la vida o tener lesiones graves mientras está en su puesto de trabajo para ganarse el jornal con el que mantenerse o sacar adelante a su familia.
Los agentes sociales, tanto sindicatos como empresariado, deben ser conscientes de que detrás de un accidente laboral hay muchas circunstancias y deben aparcar sus diferencias y, desde sus distintos puntos de vista, realizar el análisis de cada situación y ser lo más objetivos posibles para determinar la responsabilidad en cada uno de los casos.
El objetivo tanto de empleadores como de empleados es que ningún trabajador pierda la vida y eso debe prevalecer sobre el resto de los intereses de los agentes sociales. Entre todos los implicados hay que buscar soluciones para que ir al puesto de trabajo entrañe el mínimo riesgo. Si la siniestralidad laboral desciende, se benefician todas la partes, porque, primero, el empresario seguro obtendrá mayores beneficios y, segundo, los trabajadores acudirán a su empleo con mayores seguridades.