Carlos Rodrigo

Entre columnas

Carlos Rodrigo


Un viaje por Toledo: Théophile Gautier

23/09/2024

En mayo de 1840, animado por amigos y motivado por acreedores, el poeta francés emprende rumbo a España que le llevará a atravesar desde Vitoria a Gibraltar, para remontar por la costa este hasta Barcelona. Un viaje alegre, cultural y exótico con obligado paso por Toledo, incluidos Aranjuez y Ocaña.
Tras visitar Madrid, en una diligencia que salía dos veces a la semana, y recorrer doce leguas españolas que se le hacen «más largas que un día sin dinero», con parada en Illescas para almorzar sopa de ajo, tortilla de tomate, almendras y naranjas, todo ello rociado con un Valdepeñas muy aceptable, «aunque tan espeso que podría cortarse con un cuchillo», Gautier llega a Toledo: «la ciudad de las más hermosas espadas y de los puñales románticos». 
Una de las ciudades más antiguas del mundo, posiblemente fundada por el nieto de Noé Túbal, quien, pasado el aguacero, caprichos del cambio climático, pudo asentarse en la zona. Si no bautizada por los cónsules romanos Telmón(Tolemón) y Bruto quienes, uniendo las primeras y última sílaba de sus nombres, crearon la palabra percha, que nos bautizó para los restos,  Toleto. O si les convence más, lustroso abolengo, inaugurada por el propio Nabucodonosor, trayendo a sus ejércitos de caldeos, persas, hebreos, para que sus generaciones, descendientes (que es lo que significa Toledoth) se establecieran y criaran por estos andurriales.
Entra a Toledo por la Puerta del Sol. Lo que más le impacta es la brutalmente desnuda vista toledana, que se ofrece sin remilgos ni más más maquillaje que la implacable luz, techada de un nítido cielo azul. Una visión que resalta los más mínimos detalles de la ciudad, despojándonos del misterio vestido de neblina que asociamos al fantasear con la sedosa entrada en una ciudad anhelada, tantas veces evocada por nuestra imaginación romántica, que deseamos se insinúe para luego mostrarse poco a poco. 
En su visita recorrerá Alcázar, Catedral, reflexionará sobre el rito gregoriano y rito mozárabe, San Juan De Los Reyes, «la invisible mezquita sinagoga de Toledo», Palacio de Galiana, Hospital del Cardenal Tavera, Fábrica de Armas, el acero toledano… Un periplo que les recomiendo rememorar, un día que no tengan nada mejor que hacer, sin más guía que sus palabras.
Permítanme trasladarles su fascinada reflexión sobre el Greco, cuando lo descubre, y cómo le impacta: «ese pintor extravagante y raro, que apenas se conoce fuera de España» obsesionado porque no le asocien con ser mero discípulo de Tiziano, y en el que campea «una fuerza perversa, enfermiza, que, delata al gran pintor y al loco genial. Pocos cuadros me han interesado tanto como los del Greco. Los peores de él, siempre tienen un atractivo desconcertante y fuera de la lógica, que nos sorprende y nos hace pensar».
Además, cuenta cómo se baña y come truchas del Tajo para rematar con una «horchata de chufas y de leche helada, de un gusto y aroma exquisito». Y es que, a veces, cualquier tiempo pasado no simplemente fue anterior.