Escuchando las declaraciones de Yolanda Díaz, Vicepresidenta del Gobierno, y de su "jefe" político, el secretario general del PCE, Enrique Santiago, sobre el ataque terrorista de Hamás contra Israel, se evidencia una vez más ese antisemitismo en el que milita una parte de la sociedad, también de la izquierda, y que en el pasado provocaron las persecuciones contra los judíos.
Hamás es un grupo terrorista sin más. Y su ataque a Israel ha sido perpetrado por terroristas no por "milicianos", como se empeñan en insistir quienes no aceptan que Hamás es eso, un grupo terrorista.
Lo cierto es que mientras Yolanda Díaz y sus acólitos intentan disfrazar esa realidad, tanto los organismos rectores de la Unión Europea, como los países europeos por separado, como Francia, Alemania, Austria, etc, han condenado sin paliativos el ataque criminal de Hamás.
Parece evidente que esta guerra, desatada por parte de Hamás y los islamistas radicales contra Israel, no es solo una guerra entre israelíes y palestinos, sino que en el tablero están presentes Irán y Arabia Saudita, los dos grandes enemigos que hasta ahora se vienen enfrentando por países y causas interpuestas.
Para Irán significaría una derrota que Arabia Saudí firme la paz con Israel. Y es que en esta, como en todas las guerras, son visibles las víctimas mientras se agazapan los intereses de quienes mueven los hilos.
La cuestión es que la sociedad israelí lleva años dividida a cuenta de la política que viene desarrollando Benjamín Netanyahu y que pasa por domeñar al poder judicial hasta dejarle en los huesos para así poder hacer y deshacer a su antojo.
En los últimos tiempos hemos visto a buena parte de la sociedad israelí, desde estudiantes a soldados, responsables de los servicios de seguridad y profesores de la Universidad, militares y médicos, trabajadores manuales y abogados, en fin gentes de todos los ámbitos de la sociedad enfrentados a su Primer Ministro empeñado en tener una Justicia a medida de sus intereses.
Y entre tanto... pues entre tanto la sociedad israelí se creía invulnerable. De repente en unas horas han descubierto que no es así, que los terroristas islamistas les han dado jaque y a punto han estado de darles jaque mate y por tanto la existencia de su país vuelve a estar en peligro.
Han fallado los servicios de inteligencia de forma estrepitosa, pero también las fuerzas militares encargadas de impedir este tipo de ataques. Todos sus flancos han quedado al pairo y la sociedad israelita se ha dado cuenta de que en esta ocasión los terroristas han actuado con inteligencia y precisión, pillándoles por sorpresa.
Una operación como la desencadenada por Hamás no es una operación que hayan hecho solos sino que seguramente, tal y como se viene publicando en los medios de comunicación, pueda estar la largo mano de Teherán logrando un objetivo que va más allá del militar y es demostrar que Israel no es invulnerable.
Ese es el quid de la cuestión que en esta guerra. Israel se juega su propia supervivencia. Me temo que durante mucho tiempo escucharemos los tambores de guerra.