Es una herramienta habitual. El teléfono móvil se ha convertido en un elemento casi imprescindible para muchos en el día a día. Es cómodo y accesible a la hora de comunicarse e interactuar con otras personas, pero también puede convertirse en un arma de doble filo. Las adicciones, la exposición de datos personales o el empleo de técnicas abusivas por parte de individuos a través de este medio es la otra cara de la moneda que preocupa, especialmente en el caso de los jóvenes. Por ello, la prohibición de estos dispositivos en los centros escolares ha llegado a todas las comunidades autónomas y, a falta de resultados cuantitativos, muchas consejerías de Educación inciden en que la convivencia ha mejorado y hay menos incidencias por ciberacoso, contribuyendo también a la mejora del rendimiento del estudiante.
Cuando se cumple un año de la recomendación del Ministerio de Educación y del Consejo Escolar del Estado de impedir el uso del móvil en las aulas, en el recinto educativo y durante toda la jornada académica, todos los gobiernos autonómicos que no lo habían regulado han aprobado normas, resoluciones o instrucciones.
La mayoría de las regiones, de diferente signo político, están de acuerdo en prohibir el uso del teléfono de manera absoluta en los ciclos de Infantil y Primaria, mientras que algunas autonomías extienden la prohibición a toda la ESO y casi todas mantienen su utilización solo para uso educativo y bajo supervisión del docente.
No obstante, hay comunidades como Andalucía, Valencia, La Rioja, Navarra o Baleares que han aprobado instrucciones o resoluciones y dejan autonomía a los centros para que reglamenten la limitación de los diferentes dispositivos según sus planes digitales y de convivencia.
Algunos datos recabados señalan que la convivencia y la interacción social ha mejorado en este tipo de entornos.
Lucas Gortazar, director adjunto de EsadeEcPol, incide en que «la poca evidencia causal que disponemos de prohibición de móviles en las escuelas muestra efectos positivos sobre el rendimiento académico y la atención y bienestar del alumnado».
De hecho, estudios como el Global Education Monitoring Report, de la Unesco, alertan de que los niños y niñas tardan hasta 20 minutos en volver a concentrarse si se distraen con su teléfono.
La mayoría de las comunidades reguló el uso de móviles entre enero y febrero de 2024, a los pocos meses de la recomendación que hizo el Ejecutivo, pero hay otras como Castilla y León que lleva desde 2007 vetando estos dispositivos en las aulas. Castilla-La Mancha también lo impidió en 2014 y Galicia en 2015.
Muy coincidentes
En otras regiones como Madrid, desde el curso 2020/2021, se prohíbe el uso de móviles durante la jornada escolar, incluido el recreo, actividades complementarias y extraescolares, aunque los centros públicos y concertados pueden permitir su utilización según sus proyectos educativos con fines didácticos.
Fuentes de la consejería señalan que la experiencia «está siendo positiva» y que incluso trabajan en otro decreto para también regular y limitar el uso de ordenadores, tabletas o similares.
Cataluña también sigue un ejemplo similar, aunque la utilización de los telefónos en secundaria (en primaria están completamente vetados) únicamente se permite para actividades pedagógicas y siempre bajo autorización. Pero la Generalitat se plantea impedir su empleo en todos los casos.
Del mismo modo, Andalucía convertirá en norma la instrucción enviada en 2023 a todos los centros escolares para vedar los móviles. Aunque el Consejo Escolar de esta región pide que su empleo para fines educativos solo se aplique a partir de tercero de ESO.
Todos los Ejecutivos autonómicos han coincidido en ponerle freno a la aparición de este tipo de aparatos en el entorno escolar, continuando con las conductas pioneras de Castilla y León y Castilla La-Mancha. De hecho, un muestreo de esta última región señala que el estrés del alumnado se ha reducido en un 35 por ciento. Sin móviles en el aula, la comodidad del estudiante mejora.