Nada hay mejor que pasar unas vacaciones en Bienservida. Es lo que opina tras su regreso a Madrid la polifacética literata Paloma Serrano. Está tan enamorada de sus raíces que no se ha quedado en la teoría, en presumir siempre de esta maravillosa zona albacetense. Porque ya es una realidad la idea que llevaba barruntando desde hace años. Pues con la ayuda de su madre no sólo han reformado una antigua casona familiar, La Casica, sino que añadiéndole el apellido de Bienservida ya puede verse en Instagram. Se trata de La Casica de Bienservida, una plataforma «para promocionar y dar a conocer no sólo el pueblo, sino también sus alrededores, con el fin de que la gente pueda ir a visitar todo el conjunto», cual presume su creadora.
Esta «madrileña de Bienservida», como se considera y suelta en cuanto se presenta la más mínima oportunidad, no únicamente en España sino en los diversos países en que ha residido -incluyendo Estados Unidos-, se apasiona cuando sale, o saca, este tema a relucir. «No sólo el pueblo, sino todo su valle es un regalo de la naturaleza, por desgracia bastante desconocido, como la sierra albaceteña en general. Pero todo el que va, vuelve». A lo que añade la evidencia de que aparte de que la gente es acogedora, hay otras razones para visitar la zona: todos los alrededores, las cuevas de Ontana, la torre mozárabe y las murallas antiguas, entre otras.
Y para cerrar su personal círculo publicitario ya adelanta que al igual que en su debut con su primera novela, Las palabras que te guardan -con gran repercusión y críticas- en la que Bienservida ocupaba un sitio importante a lo largo de sus páginas, ahora va a ocurrir igual con la que pronto será una realidad. De manera distinta a la anterior, pero con el denominador común de sus temas universales: «El apego a la tierra, evidentemente en mi caso, la sierra albaceteña, las costumbres y la familia».
No es que le disguste la ficción pero estos asuntos realistas son una característica de su propio estilo, porque admite que siempre le han atraído más, que mezclan realidad y fantasías, y que para escribir, se inspira en lo que siente, que no son sólo los sentimientos. «Son los cinco sentidos: los colores de la tierra, el tacto de las hojas del olivo, los colores del campo que cambian con cada estación del año, el sabor de un tomate del huerto, el olor de unos gazpachos haciéndose en la lumbre».
A los que agrega también en los recuerdos, las historias familiares que le han contado siempre su abuela y sus tías y que aunaban a su increíble y privilegiada memoria el don para narrar oralmente las anécdotas, y el día a día, conversaciones en el colmado, en la carnicería. «Es que indudablemente la vida cotidiana es muy rica, no hay que inventarse tanto para hacer una buena historia». Gracias a ello ya muy de pequeña nació su vocación por la escritura.
«A mí me encantaba y me quedaba con muchas cosas, algunas ya las iba apuntando, a lo que es menester unir que en casa se ha leído mucho». En general recuerda con mucho cariño que sus padres siempre tenían un libro en la mesita de noche. Y en particular que su madre fue quien me inculcó la lectura de novelas cuando a los 11 años le regaló el primer libro de una saga famosa. «Desde entonces no he dejado de leer, he cambiado de gustos, he leído ensayos, poesía, otro tipo de novelas. Pero leer, leer, leer, siempre leer. Porque es fundamental para escribir».
Esa suerte que tuvo con su familia no cayó en saco roto, ya que ella la repite con sus dos hijos, a los que les encantan no solamente los cuentos, sino que también entre ellos y sus padres se cuentan lo que cada uno de ellos ha hecho a lo largo del día, «porque así aprenden a relatar», justifica, orgullosa Paloma. Máxime cuando observa con gran placer y orgullo que el mayor, de cinco años, ya está aprendiendo a leer «le fascinan las letras, la fonética. Es una auténtica maravilla observar cómo aprende».
Una costumbre, la de que la familia más cercana fomente la lectura que, por desgracia está en vías de desaparecer, si es que no lo ha hecho ya. Pero que también lleva años en desuso en los colegios, salvo honrosas excepciones. Lo que solventa su crítica, ya que entiende que los profesores de literatura e historia son clave para que los niños se enganchen. "Un mal profesor de estas dos asignaturas puede ser un tostón y contraproducente; en cambio, si un niño se ilusiona por la lectura, no importa que luego se dedique a la física o a la ingeniería, porque ya será lector y eso es transversal».
Otro problema al respecto actualmente y que ella lo sufre, como docente en los talleres de escritura creativa de la prestigiosa Academia Fuentetaja, es la pobreza de vocabulario y las tan abundantes como abrumadoras faltas de ortografía de los jóvenes, no sólo porque no leen, sino por el uso y abuso de los teléfonos móviles y su extensión a las redes sociales. El ejemplo que pone no puede ser más propio: el suyo. Ya que ella creció en América y es bilingüe, pero estudió siempre en un entorno académico anglosajón y nunca tuvo clases de lengua española, pero leía de continuo en nuestro idioma.
Por tanto, la escritora lo hace en español, como sus labores docentes y de corrección de textos en castellano. «No hay otra clave de que he leído mucho, incluyendo el Quijote, que es maravilloso, en este idioma». Por lo que dispone de la solución, insistiendo en que «el mejor remedio contra esa tremenda pobreza del vocabulario y las faltas de ortografía... es precisamente leer».
De ahí que, además de seguir escribiendo versos para un nuevo libro, en sus labores profesionales, disfrute mucho de ayudar, como asesora literaria, en los proyectos personales de sus alumnos, y también con la posterior corrección de textos -orto-tipográfica y de estilo- cuando están acabando su proyecto. E igualmente con informes de lecturas para manuscritos, que sirven de valoración para el propio escritor y para su futuro editor.
E incluso anima a que la gente se apunte a esa escritura creativa, aunque no tenga experiencia por ser algo que les va a servir incluso para la vida. Cual remata: «Los alumnos se sorprenden mucho de lo que llega a salir de dentro entre todo el grupo, es una experiencia muy gratificante».