La Romería del Santísimo Cristo del Sahúco siempre se celebra en medio de la emoción, pero ayer tuvo drama, tensión, sorpresa y hasta suspense, todo ello comprimido en los 14 kilómetros que van desde Peñas de San Pedro hasta la aldea donde se encuentra su Santuario.
La Romería de 'vuelta' comenzó muy temprano, como cada 28 de agosto, con una Misa en la Parroquia de Peñas de San Pedro, una eucaristía que empezó bajo la oscuridad, en torno a las seis de la mañana, poco antes de que el sol empezase a despuntar.
En los últimos compases de la ceremonia, la comitiva de corredores, esto es, de 'andarines' se dispuso a la partida. Este año, se juntaron 160, organizados en 40 'parejas' que, en este caso, son equipos de cuatro personas, dispuestas a correr con el Cristo a cuestas.
Había auténticas ganas de correr, porque si la salida tuvo lugar poco después de las siete de la mañana, la llegada a la primera parada fue a las ocho menos veinte, esto es, que la columna de corredores logró acabar la primera etapa en poco más de media hora.
En estos primeros instantes, aunque todavía no hacía auténtico calor, hubo un pequeño susto, cuando una de las espectadoras de la Romería, de las personas que se congregaron para ver la procesión, sufrió un ligero desvanecimiento, por fortuna sin consecuencias.
Durante esta primera parada, fue cuando tuvo lugar el sorteo de las 'parejas' para determinar el orden en el que cada equipo de cuatro integrantes debía portar la voluminosa caja en forma de cruz donde va el Cristo entre los típicos vítores y el grito de guerra de los 'andarines', el «¡Palmas, gandules!» que se escucha y se profiere para darse ánimos cuando el ritmo parece que flojea.
Pero este año el ritmo no flojeó, sobre todo en las primeras etapas de la romería, antes de que el solo cogiese fuerza y empezara a hacer mella. A las segunda parada, se llegó casi a las ocho y 10 de la mana; a la tercera, a las nueve menos 20, sin cejar en el ritmo ni el empeño.
«Hacia el final, en el último tramo, fue cuando se sufrió de verdad», señalaba el sacerdote y 'andarín' José Joaquín Tárraga, «porque el calor empezó a pegar muy fuerte, sudamos a chorros y la verdad, no hacía ni una brizna de viento, ni siquiera una brisa».
Tárraga, quien fue párroco en Peñas, recordó que en el último tramo el recorrido se vuelve accidentado. Hay pendientes, curvas, repechos, tramos sinuosos que son unos auténticos 'rompepiernas' que ponen a prueba la resistencia física, mental y espiritual.
Las aguerridas 'andarinas'. «Este año, además, tuvimos una novedad, la primera 'pareja' formada íntegramente por mujeres», destacó el clérigo, «y lo hicieron realmente bien, su relevo fue uno de los que más fuerte tiró».
Tal fue el ritmo que, entre todos, imprimieron, que con casi todo en contra se tardaron 50 minutos en cubrir los seis kilómetros del tramo final, el más difícil y el más largo. Pero aún quedaba una última sorpresa, una pequeña zancadilla de la Providencia.
«Estábamos ya casi en el Sahúco, casi habíamos llegado y, justo entonces, uno de los 'andarines' que portaba el Cristo tropezó», recuerda, «pero todo quedó en un susto, porque el propio corredor tuvo sangre fría y reflejos, supo rehacerse sobre la marcha».
Al final, la comitiva llegó sin novedad y los fieles, con el párroco de Peñas a la cabeza, Juan Iniesta, recibieron con alborozo la llegada del Santísimo Cristo del Sahúco, que permanecerá en su Santuario hasta el próximo Lunes de Pentecostés, el del año 2025.