Sinopsis oficial
Eduardo Chillida fue un gran artista que dejó una huella imborrable en el arte contemporáneo. Con una vida dedicada a forjar, tallar, esculpir y modelar la materia para resolver cuestiones fundamentales que le surgían durante su proceso creativo relacionadas con el espacio, el tiempo, la materia o el espíritu. También fue un defensor de los derechos humanos y la justicia social. Sus ideas son un testimonio eterno de la capacidad de las personas para cuestionar, descubrir y asombrarse ante el mundo que nos rodea y luchar por la libertad y respeto de todas las culturas.
La crítica -
Por Juana Samanes
El amor por lo bien hecho se palpa en los documentales realizados por Arantxa Aguirre una enamorada de su trabajo y, el caso de Ciento volando, del arte, a través de la figura del escultor vasco más famoso de todos los tiempos: Eduardo Chillida.
Teniendo como escenario el maravilloso museo de Chillida Leku, cerca de Hernani, Aguirre consigue acercar la figura y el proceso creativo de este artista abstracto, obsesionado con el espacio, el tiempo, y la integración del arte en la Naturaleza. Pero, igualmente, consigue que conozcamos al hombre familiar y profundamente enamorado de su mujer, Pilar, que fue su compañera de vida y con la que además de amor y respeto consiguió una complicidad envidiable.
La película, cuidada en todos sus detalles: fotografía, música, y, por supuesto, testimonios de todos aquellos que conocieron o estudiaron a Chillida; amigos, compañeros de profesión, familiares, responsables de su legado etc… dan la mejor faceta de ese hombre perfeccionista, que nunca tenía prisa en terminar sus obras hasta que consideraba estaban acabadas.
Incluso para los que no admiren el arte abstracto, este documental invita a visitar el maravilloso paraje de Chillida Leku, con su caserío restaurado con ideas del propio Chillida, donde están enterrados el artista, su mujer, y el jardinero, Joaquín, que dedicó su vida a que el paisaje natural estuviera a la misma altura plasmación de ver ese paraje con sus modificaciones temporales en las cuatro estaciones, algo que no puede contemplar el visitante habitual , que va en un determinada fecha del año, ni, por supuesto, sus increíbles amaneceres puesto que el recinto está cerrado.