Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


El lloro de San Mateo

14/09/2020

Nadie lo diría, pero el Evangelista Mateo está triste y ha llorado en su pequeña capilla durante su novena.
Los tiempos son difíciles, tal vez mucho más que aquel 1177 cuando las tropas cristianas alfonsinas se encontraban acantonadas en la vega de Jábaga, esperando que un rayo divino les avisara que ya había llegado el momento de atacar la ciudad de Medina Al-Qunka y rendir a la morisma ante la Cruz.
Todo ha cambiado mucho, nadie pensaba que un bicho pudiera superar a las catástrofes bélicas que lleva sufriendo el mundo desde que es mundo. Porque, ese Covid-19, viniera de donde viniera ha dañado, no solo la salud de la humanidad, sino la moral, en esa ruptura generacional de antes, de ahora y de un futuro a corto o medio plazo.
Buscar culpables debe ser lo menos importante y si, encontrar el medio de sanar y sobre todo, recuperar el tono psicológico que se ha roto en pedazos provocando situaciones familiares llenas de un dolor inolvidable, o recreos políticos en los que nadie acierta o nadie busca lo mejor, sino que se rascan las vergüenzas para descubrir quién fue más corrupto o quien ha hecho peor su cometido.
Por eso, San Mateo está triste, demasiado triste, porque sus Vaquillas de una Cuenca virginal, este año se han quedado pastando en la Reclova, y porque las Peñas, alma y colorido, están cabizbajas y escondidas entre sus bambalinas sin poder evocar lo que desde los años setenta han propiciado como la Fiesta más popular de una Cuenca moderna, Patrimonial y altiva.
Por eso, mi proyecto de la Cuenca Histórica, el que cumplía diez años, y sentía el pálpito de una ciudad donde todos querían participar, en la escenificación, en el desfile de reyes, en las danzas de la alegría, en el homenaje floral, en el toro de fuego o en todo cuanto una Fiesta Patronal infunde a un pueblo que desea caminar hacia la tradición y hacia la identidad de los pueblos, está durmiendo en los papeles viejos de la historia, esperando un año 2021 esperanzador en su cometido y sobre todo, especial, para que los conquenses, solidarios y honestos, sepan caminar con deseo de progreso, con cultura a raudales por ser la clave y con unas instituciones acordes a lo que una sociedad merece. Esperemos, deseemos que así sea, olvidando contubernios pasados y reforzando los sentimientos de consenso, creyendo que juntos podremos con el Covid y una vez vencido, juntos estemos ahí, trabajando por una sociedad mejor, cuando los niños recuperen la sonrisa y sobre todo, la formación escolar, base de una generación que debe llegar con ideas de futuro y con proyectos de razón y no de desconfianza.
Yo creo que así será, y que mi San Mateo, junto a la Virgen del Sagrario, alegrarán con una sonrisa su bello semblante, haciendo que brille nuevamente la luz en esa Catedral, templo del Arte y el Pendón de Alfonso VIII recorra la Plaza Mayor con solemnidad y acopio de un conquensismo elegante y victorioso. ¡Viva San Mateo!