Desde el 1863 en que aparece la Asociación inglesa de fútbol como deporte hasta ahora, esta actividad congrega al mayor número de adeptos y adictos del «mundo mundial». No tengan la menor duda.
Cualquier aspecto de la vida tiene su reflejo en el fútbol, de tal manera que podría decirse que ‘el fútbol es la vida’. El amor, el odio, las interrelaciones, los conflictos, los egos, el trabajo, los contratiempos, la educación, la moral, la justicia, el aprendizaje, la muerte, etc. pueden entenderse mejor en el escenario del fútbol.
Luis Cantarero de la Universidad de Zaragoza nos habla también de que el fútbol es cultura. Y Roberto Martínez nos lleva al talento psicológico en un futbolista, algo tan esencial en la vida del ser humano especialmente al interferir en su rendimiento y en sus hábitos personales.
Y es que en esta semana se ha visto, la actitud, tanto de los futbolistas dentro del campo o en un vestuario, sus entrenadores, los equipos técnicos, los medios de comunicación y en especial, los aficionados; y es ahí, donde yo quería llegar, a los aficionados. Italia se ha llevado ‘el gato al agua’ en esta última Eurocopa, y lo ha hecho a base de penalties, con lo que eso desgasta en el cerebro de los jugadores, en el cerebelo de los entrenadores y en el pulmón icónico y distorsionante de los aficionados, sobre todo, los más futboleros. Y es que, ante la euforia por la victoria, está la bilirrubina que alcanza el momento cumbre, los besos deseados una vez conseguido el ansiado triunfo, los embarazos que se provocan cuando antes se habían evitado, o las borracheras insaciables con efectos trágicos que arrastra la alegría desbordante de un futbolero sin límite.
Sin embargo, no todos somos irracionales en el uso desorbitado de la alegría desmesurada cuando ese balón entra en la portería contraria. No, yo creo que estamos muchos futboleros que disfrutamos de nuestra compañía, charlando entre los amigos, compartiendo vivencias, haciendo cariño y dejando limpiar nuestra mente de esos turbios desengaños políticos en los que los gobiernos nos meten constantemente.
Y quería acabar con la anécdota del pueblo. Durante esta Eurocopa ha habido un sentimiento compartido por una gran mayoría, común en el españolito de a pié, y no tanto en el barcelonista, pero sí en el aficionado al fútbol en general, sea del equipo que sea. Casi todos queríamos que España ganara sus partidos y lo hiciera jugando mal para que la figura de Luis Enrique -el hombre más detestado del actual fútbol español- tuviera que limpiar su imagen, esa que despótica y chulescamente ha ofrecido en cada rueda de prensa, antes y después, ahora y luego; valga pues la ironía: todos queríamos que España ganara, pero que ‘perdiera Luis Enrique’ y eso, por ahora, no es posible porque se rompe el axioma de la realidad. Eso sí, futboleros somos...