Nos dice la RAE que disparate es un ‘hecho o dicho erróneo, absurdo, ilógico’ y la verdad es que, tal como marca la definición, no hay más que disparates en este mundo en el que vivimos con esos constantes hechos absurdos, numerosas manifestaciones erróneas, comentarios incongruentes e ilógicos; sin duda, un ‘sin vivir’ en la política, en la sociedad, en el trabajo, en el bar o en el restaurante, porque amigos, el disparate está de moda. ¿A dónde hemos llegado?
La politóloga Carmen Vallejo dijo en una entrevista de madrimasd.org que «Sobrecoge ver el poder que tienen sobre nosotros ciertas personas disparatadas, pues un necio con poder es algo terrible. Deseo de verdad que esto nos sirva para algo como sociedad. Que propicie un nuevo encuentro con los otros en las ciudades, en la vida en común». Es decir, los disparates pueden ser constantes entre una sociedad que cada día está más abocada al fracaso y no solo por la triste pandemia que tanto daño ha hecho y sigue haciendo, sino por las decisiones que se toman, o los comentarios que se dicen.
Y me viene al hilo todo lo que, por el momento, estamos viviendo. Recuerdan la decisión del gobierno catalán de anular el idioma español-castellano como lengua vehicular en su región, una lengua que hablan más de 577 millones de personas en el mundo -según el Instituto Cervantes-, de los cuales 480 millones lo tiene como lengua materna. Es decir, que el 7,6% de la población mundial de hoy, es hispanoparlante y casi 22 millones de personas lo estudian en 107 países y va, el gobierno catalán y la anula como vehicular, ¡no es un disparate!
Pierde las elecciones democráticas en Estados Unidos, y no queriendo aceptar la derrota el ex-presidente Trump, incita a que sus seguidores asalten el Capitolio, en el país más democrático y poderoso del mundo, en teoría claro, consiguiendo que haya cuatro muertos y varios ‘imbéciles’ vestidos de fantoches ocupando los estrados de la Cámara popular. ¡No es un disparate! Están muriendo miles de españoles en el proceso pandémico de la Covid-19, las autoridades exigen respeto y medidas restrictivas para evitar que aumente y empeore la situación, y numerosos adultos, de más o menos edad, porque los hay de toda condición, realizan encuentros en domicilios particulares, asisten a discotecas con horarios prohibidos, se encuentran en bares y cafeterías sin control, hacen botellones en playas, naves y parques, provocando con ello que el aumento de los contagios alcance el límite más insospechado a costa de la vida de sanitarios y otros servicios especiales. ¡No es un gran disparate¡
Y ahora, por si fuera poco, llega nuestro vicepresidente del gobierno y hace unas ‘acertadas’ declaraciones en las que coloca a la misma altura, a nuestros exiliados españoles, muchos de los cuales murieron en campos de concentración por sus ideas y por las contumaces políticas dictatoriales, viviendo los supervivientes entre la miseria y la pobreza, la incomprensión y la vileza, en países diferentes al tuyo, comparándolos con los políticos catalanes en su huida, tal como el señor Puigdemont, viviendo en la opulencia, a costa de los demás, en viviendas de lujo, postín y buena seguridad porque entiende que pisando la Constitución que es la Carta del Pueblo, se puede conseguir el poder. Qué me dicen, ¡no es también, un tremendo disparate!