Encontré en Redacción Esfinge un curioso comentario que me viene al hilo en la reflexión de esta semana.
«Como nuestro tiempo nos exige la efectividad y el aprovechamiento de los recursos, tendemos a repetir aquello tan manido de que las palabras se las lleva el viento y por lo tanto a despreciar su valor. Damos prioridad a los hechos, pues buscamos elementos concretos, que podamos percibir con claridad y no nos hagan confundirnos».
Y claro, yo que ando metido en esto de las palabras, me encuentro bastante contrariado porque el término ‘Nunca’ ha sido utilizado en política con demasiada benevolencia, incluso con desparpajo y poco convencimiento. Si vamos al diccionario, ‘Nunca’, quiere decir ‘Nunca’; o sea, que cuando se utiliza este adverbio está claro que se refiere a «ninguna vez» o ese numquan del latín: ‘en ningún momento’.
Por tanto, si nuestra propuesta es la búsqueda del conocimiento y la libertad de pensar, estaremos de acuerdo en la necesidad de tener en cuenta el universo de los significados que guardan los vocablos que manejamos, y desde luego, tenemos que aprender a buscar y aplicar los términos adecuados y exactos que definen nuestras ideas y sentimientos. De eso se trata, de ser legales con nosotros mismos. O sea sé, honestos y coherentes.
Pero no, amigos; esto no es lo que parece que hacen algunos de nuestros distinguidos políticos, porque ellos utilizan con retórica, claridad y engaño, eso de ‘nunca se hará’ o ‘nunca lo haré’ y sin embargo, ahora lo hace, lo hacen y lo enaltecen, incluso vanagloriándose, tal cual hacían aquellos borbones del siglo XIX: esta ley la puso Dios y esta ley la quito yo, porque Dios y yo, somos uno. ¡Viva la justicia del diccionario!
Así qué ya no sé qué deciros, amigos lectores. Yo creo que deberíamos mirarnos en el fondo de nosotros mismos para ver que muchas palabras que escuchamos o que leímos alguna vez permanecen iluminándonos desde dentro y que muchas veces cuando recurrimos a ellas, para recuperar la sabiduría condensada que guardan, nos deberían de guiar en nuestros pasos hacia un puerto feliz, no hacia la equivocación, confusión o descrédito.
Y para qué tanto lío, yo creo que debemos pensar que viene el verano, que debemos de cuidarnos ante el dichoso Covid, aunque estemos vacunados, que la playa con moderación, nos espera, unas birras fresquitas y apreciar un pescaíto y, desde luego, que en el hablar -algo que nos gusta mucho- ha de cuidarse un poco la esencia del verbo porque ‘según mea el galgo, así caza el podenco’.