Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Año de nieves, año de bienes

18/01/2021

Nos dice la RAE que ‘Los dichos o refranes son frases que han pasado de generación en generación y que tienen una moraleja o una enseñanza oculta. Su constitución suele darse por rimas asonantes o consonantes, lo que las hace más fáciles de memorizar y hasta más divertidas para hacer entender conceptos complejos’.
Y en estos malos tiempos que corren, se agudizan sus valores, especialmente sus reflexiones, haciendo de cada uno de ellos, moralejas determinantes, más negativas que positivas. Cierto es, que si tuviéramos que elegir refranes o dichos populares para un año 2020, poco positivismo habría en el ambiente. Podrían venir bien esos de ‘a buen hambre no hay pan duro’, o ese otro que dice ‘a cada decepción le llega su olvido’. Ahora bien, todo lo sucedido en este largo año ha venido definido por eso de que tengo un «ensueño angustioso y tenaz: tengo la misma pesadilla todas las noches. Porque este año todo ha sido una horrible pesadilla llena de tristeza e incertidumbre», y esa podría ser la moraleja perfecta que ha mantenido siempre a una sociedad trastocada por ese Covid-19.
Pero todo exige deseos e ilusiones, tal vez, esperanza ante un nuevo año; creer en que debe de cambiar la situación, esperar que a nuevo año, nuevos tiempos. Por eso, habría que relanzar esos refranes que siempre mantuvieran el germen de un cambio a favor, un deseo de mejora, de soñar en vivo y sentir razones positivas. Aquí bien vendrían esos de ‘A grandes males, grandes remedios’ o ‘Al mal tiempo, buena cara’, o ‘A rey muerto, rey puesto». «Después de la tempestad, viene la calma’; ‘Dios aprieta pero no ahoga’; o ‘Muerto el perro, se acabó la rabia’; o ‘No hay mal que por bien no venga’.
Sin embargo, este año 2021 ha empezado con un color de esperanza, con un color que define la pureza de creer en un necesitado cambio, en ese popular deseo de que todo debe de cambiar, tiene que cambiar, es necesario que llegue ese cambio. No podemos seguir en la misma dinámica, en ese enfrentamiento entre políticos cuando el pueblo está débil y fallecen muchas personas; no se puede decir como responsable de gobierno que la vacuna se ha interrumpido porque ha habido vacaciones, porque amigos, ¿son antes las vacaciones navideñas que la posibilidad de evitar una o cientos de muertes?, hasta ahí llega el cinismo, es creíble que nos esté pasando esto y el pueblo, la sociedad, el votante de a pie, siga callado, sumiso, inflexible ante la angostura de un mundo oprimido por los efectos sanitarios o por los efectos de la necedad ante la necesidad.
Y ante todo un dilema entre culpas y culpables; entre engaños y engañados; entre víctimas y victimistas; podríamos augurar nuevos tiempos si aplicamos ese aforismo popular, refranero y sentimiento conjuntados en deseos e ilusiones. El año 2021 debe de ser un año de buen augurio como dirían las brujas gallegas, por eso a buen término ha de venir eso de que ‘año de nieves, año de bienes’, y sin tapujos, con menos errores que los cometidos hasta ahora, con la buena intención de que habría que hacerlo bien, por una vez, todos, gobernantes, sanitarios, ciudadanos, jóvenes y menos jóvenes, hagamos cumplir el axioma de «que todos unidos conseguiremos el triunfo» y cumplamos con el deber, la obligación y el derecho a ser mejores, a ser solidarios con los que sufren o tienen mayor riesgo, a ser respetuosos con nosotros mismos y así lo seremos con los demás. ¡Hagámoslo ahora, en este 2021!