El castellano ha cosechado expresiones, dichos, refranes y hasta insultos que reflejan la riqueza de esta lengua y su gran personalidad.
El refranero español está repleto de frases populares, más o menos breves, que recogen un mensaje con un tono jocoso relacionado con una enseñanza, un consejo o una reflexión moral siguiendo un tono coloquial y una estructura sencilla. Están relacionados siempre con situaciones cotidianas que aluden a la vida, al trabajo, a la familia, al amor, a la amistad... Núcleos y situaciones que resultan familiares para todo el mundo, de tal forma que el refrán adquiere un sentido coherente y universal para quien lo escucha.
Dicho esto -en palabras del Heraldo de Aragón- me viene al hilo, el hecho de que cada vez estén más de moda los refranes, puestos en boca del comunicador, periodista, político o ciudadano, y sobre todo, en base a lo que ahora tanto se lleva: ‘de lo que dije digo, ahora digo diego’. Así de sencillo, porque ‘jartos’ estamos de escuchar manifestaciones de políticos donde reafirmaron, a viva voz, una cosa, un dicho, una apuesta, un objetivo, una promesa, y ahora, por las circunstancias que sean -no voy a entrar en su valoración porque sería demasiado confuso- le dan la vuelta a la tortilla y cambian el sentido, la opinión, la frase o el objetivo y dejan a quienes les escuchamos y le creímos, con la duda airosa de apreciar qué valor tiene ahora la dignidad de la persona.
El refranero aconseja no perder de vista los orígenes, no vaya a ser que ‘cuidando dónde vas, te olvides de dónde vienes’. Por eso, alguien nos dijo que había siete pecados capitales en el refranero, mejor dicho en su uso, y uno de ellos es de los más clarividentes: la soberbia, porque entendida como orgullo puede nacer de muy diversas causas.
Serían muchos los refranes que ahora podríamos aplicar a la situación política y social del momento que vivimos; tal vez, demasiados, y cómo alguno bien dice que el refranero es más bien conservador, tal vez habría que modificar ese planteamiento, porque no es tal cual como se mire, sino como se ve.
Por eso, quisiera acabar con este refrán por lo mucho que ahora dice: ‘a río revuelto, ganancia de pescadores’. Esta máxima sugiere que es en las situaciones de confusión o en la que se producen más desencuentros -como las de ahora- cuando aquellos más hábiles son capaces de sacar tajada.
Y tal vez, sentido tienen los acontecimientos, ‘burro grande, ande o no ande’ y por qué no, eso de ‘el tiempo lo cura todo, menos la vejez y la locura’ porque viejos seremos todos, bueno los supervivientes a ese momento de vida, y locos, cada vez estamos más, por eso de no saber qué hacer, cómo hacerlo, a quién creer, cómo creerlo, en quien confiar, o que ‘te amargue un dulce siendo dulce’. Todo es posible en estos tiempos que corren. ¡Bendito sea Dios!