En lo personal se caracteriza por ser un gran y reflexivo observador con un enorme humanismo pleno de bonhomía, y taraceado por el sentido del humor muy de la tierra. En lo laboral, su también excelente ambivalencia le ha conducido por los caminos profesionales, y también vocacionales, como intérprete en teatro y cine -condicionado y «a mucha honra», cual establece, por su físico que le lleva a presumir de ser «un actor de peso»-y abogado. En las dos facetas lleva un 'annus mirabilis' este 2022, sobre todo por trabajo actoral, en el que junto a varios proyectos destaca el que dos películas en las que participa se presentan, dentro de poco más de un mes, en el próximo Festival Internacional de Cine de San Sebastián. «Una ocasión creo que única pero sobre todo inmejorable para estar allí», se pregunta. Pongamos que se habla/escribe de Julián Valcárcel Carbonell.
Y no son dos films cualquiera en los que aparece el paisano. Ya que uno está dirigido por uno de los mas premiados directores españoles, Alberto Rodríguez -autor ya de éxitos y peliculones como Grupo 7, La isla mínima y El hombre de las mil caras-que ahora presenta Modelo 77 en la gala de apertura del festival el 16 de septiembre, con Javier Gutiérrez y Miguel Herrán al frente del reparto. Y el otro Cerdita que compite en la sección oficial y la dirige en su debut tras las cámaras en un largometraje Carlota Pereda, con un importante historial ya merced a sus anteriores cortos que incluso se han hecho con galardones internacionales. Siguiendo con su actualidad en el Séptimo Arte -y en lo que puede adelantar, ya que de otros proyectos prácticamente seguros ni puede ni debe soltar prenda hasta que no dé permiso la productora- Julián sí adelanta, en parte, que a finales de octubre participará en el rodaje de una película española en la que interpreta a un profesor universitario. «Una comedia muy divertida en la que es muy posible que trabaje al lado de otros albaceteños, lo que siempre es una alegría». Tampoco se extiende mucho - «insisto en que esto es así y los actores lo aceptamos», se justifica- en otro de sus trabajos, en este caso para una plataforma digital que no sabe dónde le dará salida las próximas navidades dadas las múltiples posibilidades de este tipo de grabaciones. Aunque sí cuenta que es una comedia muy divertida en la que tiene un papel episódico pero que le gusta mucho. «Interpreto a un hombre de pueblo que se enfrenta a lo absurdo de la vida con sólo su inteligencia natural y un carácter muy socarrón».
Con tanto trabajo pudiera pensarse que ya ha pasado la crisis que nos regaló la pandemia en las artes escénicas y cinematográficas, mas Julián no se engaña: «Qué va, porque es una crisis perpetua». Y lo justifica en que para cualquier persona la vida es más difícil sin buen cine, teatro o televisión donde olvidar las partes más ingratas de sus vidas o viéndose reflejada en los sentimientos y peripecias de los personajes.
«Incluso en una situación de esas post-apocalípticas que salen en las películas, cuando estados, gobiernos, fuerzas del orden, mercados financieros, primas de riesgo y cambio de divisas ya no existan, alguien se subirá a una silla o a un piedra y emocionará contando historias y mostrando sentimientos. Esa persona será un cómico, un payaso o un titiritero. Y hará tanta falta como un panadero. Así es que no, la crisis no ha pasado ni pasará. Pero no hay que preocuparse».
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