Ni tres días estuvo el 'anticristo' o el 'antifútbol', como quieran, vivo sobre la faz de la tierra. Amenazando al fútbol, agitando los cimientos del juego más popular del mundo... y desapareció con la brutalidad con la que nació. ¿Qué claves, conclusiones o aspectos más destacados deja la muerte súbita de la Superliga? Un breve decálogo puede ayudar a entender el mayor terremoto efímero en la Historia del fútbol:
1. MALAS FORMAS
Una filtración de mediodía en la prensa inglesa, una nota de prensa insuficiente en la tarde-noche del pasado lunes, víspera de que la UEFA anunciase su remodelación en la Champions League. Los errores de comunicación son groseros: ni amago de una comparecencia conjunta explicando los motivos de la gran escisión. ¿En serio que las primeras explicaciones de Florentino Pérez, presidente e ideólogo principal del invento, se da en una cadena minoritaria y en un programa de corte informal como ‘El Chiringuito’? La imagen de ruptura cutre, forzada y caprichosa queda reforzada.
2. UEFA, MAL ENEMIGO
Exagerando la analogía, no es buena idea intentar timar al gran timador, al que inventó todos los trucos. En un chasquido de dedos de la UEFA, tirana que impone sus patrocinadores, elimina nombres comerciales de estadios, exige y obliga a pasar por su aro para recibir un dinero sobradamente generado a los gigantes que juegan sus competiciones, ya tenía a la FIFA y a todas las Ligas amenazando de gravedad el proyecto. Puede que la UEFA no tenga toda la razón, pero sí la fuerza y la experiencia… incluso en artes de corte mafioso: «Hay una posibilidad pequeña de que el Madrid no juegue contra el Chelsea», amenazó el presidente Ceferin.
3. ALIADO LAPORTA
A día de hoy, 10 de 12 escudos tachados. Solo quedan intactos, en este mar de dudas, los de Real Madrid y Barcelona. El mejor aliado de Florentino Pérez parece Joan Laporta, que el pasado enero decía que, «según cómo se construya la Superliga, puede cargarse el fútbol», y ayer mostró un apoyo incondicional a la polémica competición: «Es una necesidad. Los grandes aportamos muchos recursos y debemos tener opinión sobre el reparto económico». Un matiz para los dos ‘supervivientes’: son clubes (y no SAD) y están en manos de sus socios, a quienes todavía no han consultado si quieren o no dar la espalda al fútbol tal y como lo conocemos.
4. REACCIÓN FULGURANTE
Gobiernos, Ligas, jugadores, técnicos… El mismo lunes y sobre todo a lo largo del martes el planeta-fútbol fue un goteo que conformaba la evidencia: 99 de cada 100 opiniones internas (ya no presidentes Johnson o Macron, durísimos e incluso amenazantes) eran contrarias al proyecto. Más allá de un deseo suscrito en la codicia y la megalomanía de Pérez, Agnelli o Glazer, ¿cómo sostener el invento si entrenadores y futbolistas no creen en él? Juego y negocio deberían ir de la mano.
5. LA AFICIÓN
Pero el espaldarazo definitivo lo da la pasión de los forofos. Ya no en los estadios, donde la puerta cerrada evitará pitadas o cosas más graves a los clubes fundadores e ideólogos de la Superliga, sino en la calle: las imágenes que llegan de Inglaterra, madre del fútbol, con la afición encarándose a sus propios equipos, son definitivas. En España, apenas una pintada en el Camp Nou y silencio: «Aquí -lamenta José Luis Mendilíbar desde Eibar- somos almas en pena que hacemos lo que nos dicen los de arriba».
6. LOS ELEGIDOS
Campeones europeos (y clásicos) como Ajax u Oporto, por citar solo dos ejemplos, quedan fuera del gran juego. «Estoy a favor de la innovación en el fútbol -decía Ten Hag (Ajax)-, ¿pero por qué sólo unos clubes van a decidir quién juega o quién no?». Mientras tanto, equipos menores y sin caché continental (City, Arsenal o Tottenham) o viejos ‘elefantes’ en decadencia (Milan e Inter) sí participan del pastel. Unido esto a la ausencia fundacional de Bayern o PSG («Era un proyecto viable sin alemanes o franceses», afirmó Florentino en la noche del miércoles), el punto de arranque resulta pésimo.
7. MALA REPUTACIÓN
Es decir, ¿en qué lugar quedan ahora los clubes impulsores y quienes les siguieron? No es casual que algunos directivos haya salido a la palestra recogiendo cable y pidiendo mil perdones: una consultora (Brand Finance) ha calculado pérdidas de entre 2.500 y 4.300 millones de euros en valor de marca (Daños reputacionales significativos) de los 12 clubes implicados.
8. la burbuja
«No se trata de seguir generando ingresos, sino de reducir costes». Las palabras de Rummenigge (Bayern) son un misil a la burbuja inflacionista de un fútbol sostenido con pinzas: ¿Cuánto cobraría Mbappé, por ejemplo, en un fútbol de Superligas? ¿El doble? ¿El triple? ¿Diez veces más? ¿Cuáles son los sueldos (brutales) en la NBA? El proceso natural del juego es equilibrarse, no disparar las distancias entre clubes A y clubes B.
9. LOS ‘OTROS’
«¿A quién puede interesarle un Alavés-Osasuna?», «Nadie se abona a Movistar para ver un Eibar-Valladolid», «Una película infantil tiene más audiencia que un Cádiz-Celta». Frases que se han dicho en tertulias, un menosprecio a clubes con un siglo de Historia y sus aficiones detrás, sin tener en cuenta que el sistema pone en peligro la supervivencia del fútbol modesto. Así lo entienden los clubes españoles: 39 votos de los 42 equipos que conforman la LFP rechazan oficialmente la Superliga, con lo que el «Vamos a salvar el fútbol» de Pérez no tiene credibilidad en el fútbol modesto.
10. ¿TODO CALCULADO?
¿Y si era un órdago perdedor… conscientes de que todavía había partida? ¿Ysi solo se estaba valorando cuál era la situación futbolística y emocional para recalcular la puesta en marcha del proyecto? Mezclando las palabras de Roures («La Superliga no habló con ninguna tele») con las de Florentino Pérez el pasado miércoles («Nadie se ha ido de la Superliga porque nadie ha pagado la penalización») surge la inquietante idea de que la 'bestia' no ha muerto, únicamente está dormida, pensando en los errores cometidos para renacer aún más fuerte y peligrosa.