Nuestro lenguaje –sobre todo el coloquial- está lleno de refranes, frases o 'latinajos' que ayudan a parafrasear sin decir todo el significado, o a entender lo que pretendemos cuando faltan palabras en esa frase a discutir o escuchar. Sin duda, las parábolas fueron muy utilizadas en la Antigüedad para entender pensamientos, especialmente religiosos o espirituales, con la intención de enseñar algo aprovechando una analogía o semejanza y las metáforas, son construcciones que intentan utilizar otras palabras –con cierta semejanza- para entender el mismo significado.
Pero, sin entrar en estos mecanismos léxicos o verbales, lo que he pretendido con la utilización de esta habitual frase en el contexto vulgar 'la chinita en el zapato' me sirve para comprobar lo que en tiempos políticos –como los que vivimos ahora- es una común práctica de este apelativo en los diálogos de pasillo o de cafetería, y sobre todo, en muchos medios de comunicación, cuando un personaje de la elite política empieza a ser un problema para los del mismo grupo.
Sucede en cualquier momento, con cualquier partido o ideología, en tiempos de gobernanza, sea en mayoría absoluta o en coalición; porque el poder –no solo corrompe en la moralidad del propio individuo-, sino que trasgrede en el conjunto del grupo, sin olvidar que el orgullo y la soberbia son 'habituales virtudes', cuando deberían ser 'olvidados defectos'.
Malos tiempos de 'berrea' –diría yo-, cuando ese ciervo rojo advierte al resto de los machos quien ostenta el poder del grupo y, sin embargo, hay hembras que emiten el sonido gutural que no les corresponde. Debería ser en otoño y se está adelantando a la primavera por eso de que el cambio climático sigue siendo una autentica realidad.
Y por otro lado, es cierto también ver, que en tiempos de elecciones, sobre todo, aparecen elementos que distorsionan el caminar de un proyecto a pesar de compartir objetivos e ideologías comunes, y ello sin duda, es consecuencia de esa chinita que –sin saber de dónde ha salido- se encuentra dentro del zapato, molestando de vez en cuando, sin que seamos capaces de encontrarla o quitártela de una vez.
En el argot más vulgar, otros suelen decir eso de este o esta es un/una 'tocapelotas', pero siendo un poco más refinados, aparece la calificación de que ese elemento distorsionador es como si tuvieras una 'dichosa' chinita en el zapato, ¿verdad?