Nos decía Jorge Diego Acosta que «la crisis de la peste que soportamos actualmente, como es evidente, va mucho más allá de un problema generalizado de salud, también por ello le llaman sindemia». Y es que así de claro, porque la Covid19 con todas sus variantes, comporta graves afectaciones a la economía de los pueblos y a las familias, impacta en la cultura, la convivencia, las expectativas frente a la vida y al futuro; despierta la conciencia de fragilidad y del ser efímero de nuestra existencia como individuos y como humanidad; borra barreras étnicas y nacionales, todos somos lábiles frente al microorganismo; afecta a la gobernanza de los pueblos y nos obliga a nuevas formas de relacionarnos y de vivir.
La gran contradicción evidente en el combate a la pandemia radica en que un problema global que compromete al conjunto de la humanidad nos obliga a enfrentarlo a través de gobiernos de Estados nacionales, reproduciendo la inequidad y las diferencias enormes en capacidades de resolución de los pueblos. Y si a esto añadimos, las coaliciones de gobiernos, nacidas de apuestas de poder débiles, o de necesidades coyunturales necesarias para estar en el poder, todavía más. Da igual que Nicaragua repita el gobierno de Ortega por enésima vez, cuando la oposición está encarcelada, y por tanto, eso es algo tradicional en los países de Latinoamérica; es decir, aquí la pandemia poco o nada ha tenido qué decir; pero en el caso de España sí que afecta cuando las discrepancias están a la orden del día, porque estamos expuestos a las decisiones de un gobierno que dice que esta coaligado y luego no se ponen de acuerdo.
Pero yo he comenzado con los términos de Macro y Micro, y eso me hace sentir el peso de los nuevos términos que nos acucian ahora en el argot común del ciudadano. Qué será mejor, lo micro o lo macro. Porque, alguien ha dicho que la carne de España no es buena –qué metedura de pata-; aunque yo me preguntaría que ¿qué carne?, la macro de las macrogranjas, o la carne de las microgranjas. Lo digo, porque el ministro de consumo en su excesivo trabajo ministerial ha postulado los productos cárnicos de las Macro, mientras que el jefe de gobierno se hace fotografías en las Micro, y eso nos confunde una vez más.
Recordar que los virus son microorganismos y mira como atacan, menos mal que el virus no se ha convertido en macroorganismos porque si no, habríamos acabado como mundo. Y es que me viene a la memoria aquello que siempre se ha dicho, ¿es importante el tamaño? Y sigue la duda estando ahí. Unos se inclinan por lo grande, aunque si vemos a Fernando VII con su macrosomía genital los muchos problemas que tuvo con sus esposas y consigo mismo, no hablaríamos en positivo; mientras que otros se inclinan por lo pequeño –muchos porque no tienen otro remedio-, y si no miren lo importante que son los microniveles en las respuestas individuales para caracterizar colectividades sociales. Porque, los patrones sociales, las instituciones y las organización son abstracciones de la conducta de los individuos y resúmenes de la distribución de diferentes microconductas en el tiempo y el espacio.
A ver, tomemos una decisión, ¿Macro o Micro?, pónganse de acuerdo alguna vez, señores del gobierno y filósofos de época, porque los tiempos que corren no están para entretenimientos absurdos, sino para arreglar los asuntos, tanto los micros como los macros, y si no saben qué término utilizar, apliquen un análisis estructural-abstracto como teórico-conceptual y metodológico-simbiótico-heterogéneo, como solución política. Bien fácil, ¡vamos, digo yo!